Vecinos de Elche decoran sus balcones con improvisadas palmas y salen a aplaudir en el momento en el que redoblan las campanas por el Domingo de Ramos. EFE/Manuel Lorenzo
Vecinos de Elche decoran sus balcones con improvisadas palmas y salen a aplaudir en el momento en el que redoblan las campanas por el Domingo de Ramos. EFE/Manuel LorenzoLa ciudad de Elche ha vivido hoy un atípico Domingo de Ramos y ha
trasladado su tradicional procesión, declarada Fiesta de Interés
Turístico Internacional desde 1997, a los balcones, terrazas y ventanas
adornadas con palmas blancas elaboradas en los hogares durante estos
días de confinamiento.
La suspensión de la Semana Santa por la
pandemia del coronavirus no ha hecho mella en el espíritu de los vecinos
de Elche, que a las 12 horas han vuelto a acudir a esta cita desde sus
hogares, algunos con batas y pijamas y otros con sus mejores galas,
siguiendo el refrán popular "Diumenge de Rams, qui no estrena no té
mans" ("Domingo de Ramos, quien no estrena no tiene manos").
Mucho
de ellos llevaban en la mano sus palmas blancas, pero no las que cada
año elaboran los artesanos ilicitanos, sino las creadas con papel o
cartulina estos días por pequeños y mayores y que también han inundado
las redes sociales para mostrar al mundo entero el simbolismo de una
tradición que ha pasado de padres a hijos durante generaciones.
También
han aplaudido como muestra de gratitud y solidaridad hacia los héroes
anónimos de esta crisis sanitaria, las personas enfermas de coronavirus,
los afectados económicamente y a los que están cumpliendo el
confinamiento.
Y todos juntos y a una sola voz han entonado el
"Aromas Ilicitanos", una habanera que se ha convertido en un himno y en
la que se destacan todos los símbolos de la ciudad.
Después de
esta atípica pero simbólica celebración, muchos de los ilicitanos
colocarán esas palmas en los balcones y ventanas durante todo el año,
para que sirvan de protección a los habitantes de la casa.
Tras
el Domingo de Ramos, los ilicitanos ya han iniciado la cuenta atrás para
la llegada de una nueva Semana Santa en la que las calles de Elche
vuelvan a oler a palma blanca, el próximo año "de verdad".
La
suspensión de la Semana Santa por la pandemia del coronavirus ha
supuesto un duro revés económico y turístico para la ciudad de Elche con
un impacto de unos 20 millones de euros, principalmente por la
suspensión de este acto en el que cada año participan más de 60.000
personas y atrae a numeroso público.
El primer conocimiento del
Domingo de Ramos en Elche data de 1371, según se conserva en el Archivo
Municipal de la ciudad, mientras que la primera referencia al comercio
de la palma blanca está fechada en 1429, una actividad que se mantiene
en la actualidad.
En esta ciudad existen además cerca de una
decena de talleres y particulares que trabajan en la elaboración de la
palma blanca ilicitana, que requiere de un proceso de conservación de la
palmera y de las palmas que dura todo el año para conseguir el singular
color amarillo que permite su trenzado.
Ademas, cada año parten
desde Elche miles de palmas blancas con destino al resto de España y el
extranjero, una tradición que la pandemia ha impedido este año,
incluidas las que se envían al Vaticano o a La Zarzuela.
Para
suplir la ausencia de la procesión del Domingo de Ramos y su mar de
palmas, han surgido diversas iniciativas con las que intentar hacer
llegar un pedazo de esta tradición a las casas.
Un grupo de
ilicitanos se ha organizado para repartir palmas de solapas elaboradas
por voluntarios y también han surgido manualidades para que los más
pequeños puedan construir su propia palma casera con un palo de escoba,
folios y fixo, que hoy han exhibido en balcones, terrazas y ventanas.
En
las redes sociales, además, se había hecho un llamamiento para que los
ilicitanos mostraran sus fotos con palmas de años anteriores para
enseñarlas a todo el mundo, con el fin de promover la importancia de la
artesanía y el reconocimiento al trabajo realizado durante años.
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