El público asistente a la jornada del sábado. Salvador Villa
El Drogas sobre el escenario. Salvador Villa
El grupo Zoo en el escenario. Salvador Villa
La actuación de Desakato. Salvador Villa Con miles de festivaleros bailando todavía al ritmo impuesto por Bass Game, Rabolagartija echaba el cierre a las cinco de la mañana a su edición 2023, tres jornadas intensísimas marcadas por una variada e inabarcable propuesta musical.
Doce horas antes, la jornada arrancaba con los alcoyanos de El Diluvi, que con su folk moderno, que fusiona diversos estilos musicales, como cumbia, reggae, rumba y música tradicional valenciana, comenzaron a caldear un ambiente que subió varios grados con la actuación de Mr. Kilombo, un valor seguro si de lo que se trata es de transmitir buen rollo mientras se hace bailar hasta al apuntador.
Esta propuesta tuvo continuidad posteriormente con la actuación de Macaco, todo un referente de la fusión y el mestizaje que sigue manteniendo en pie con orgullo y solvencia una carrera artística incontestable.
A continuación, el rumbo del festival viraba hacia derroteros más rockeros, con el funk "embrutesío" de O’Funk’Illo dando estopa y la propuesta cercana e intimista de Ciudad Jara y Pablo Sánchez permitiéndonos tomar algo de aire en previsión de la que se nos vía encima en los escenarios principales.
Mientras tanto, el ritmo no paraba en el Caparrilla Stage, el tercer escenario del festival, en el que actuaban Masta Quba, Niuss, Colomet, Pure Negga, El Tol Sarmiento, Funkiwis y Pedrá, que echaba el cierre a la jornada con su impagable tributo a Extremoduro.
Ni un minuto de descanso
En las horas punta de Rabolagartija no hay tiempo para el descanso, y la traca final de esta edición venía muy fuerte, empezando por Enrique Villarreal, El Drogas, toda una institución que está celebrando los 40 años de Barricada, regalando uno tras otro temazos como 'No hay tregua' o 'En Blanco y Negro', que de un modo u otro forman ya parte de la historia personal y colectiva.
Sin solución de continuidad tomaban el escenario Zoo. Los de Gandia hace tiempo que dejaron de ser “otro grupo valenciano más”. Su atrevida mezcla de rap y música electrónica, aderezada con ritmos mediterráneos y latinos y pasada por el tamiz de la tradición de la tierra, da como resultado un producto que, independientemente de la lengua que cada uno hable, traspasa fronteras y corazones, unidos como uno solo en un clamor que hizo retumbar los cimientos del polideportivo de Villena con cada tema que acometían.
Su nuevo paso por el festival los encumbra como lo que verdaderamente son: auténticos cabezas de cartel y una de las bandas más potentes del momento, cuya cima, por ahora, parece no atisbarse.
Tras la apisonadora valenciana, la asturiana, porque el huracán de Desakato sopló por última vez en nuestra provincia. La banda lo deja, pero se va por la puerta grande, con un torbellino de furia y saber hacer que se comió el escenario y que nos dejó implorando por una retirada temporal y no definitiva, pero eso es algo que solo el tiempo podrá responder.
Y para rematar el bloque rockero, dos propuestas extranjeras, la de los bosnios Dubioza Kolektiv, que ya juegan casi en casa y suponen diversión asegurada con su mezcla de hip-hop, ska y rock mezclado con folklore bosnio, y el punk con influencias celtas y escocesas de los canadienses The Real McKenzies, un auténtico rompepiernas para los valientes que aún seguían con ganas de bailar y saltar.
Villena, capital de la música
En definitiva, mucho, bueno y muy variado. La mezcla de estilos distintiva del festival, con propuestas para todos los gustos y todo tipo de públicos, sigue demostrando que funciona, en un espacio que cuenta con una producción de lujo, la misma del festival Leyendas del Rock, celebrado el fin de semana anterior, convirtiendo ambos en Villena, durante dos semanas, en la capital nacional de la música.
Desde la organización, agradecen la colaboración y apoyo de todos los cuerpos de seguridad y emergencias involucrados en el festival, así como de los responsables políticos y técnicos del ayuntamiento de Villena y todo su personal. También de artistas, técnicos, prensa y trabajadores del festival. Y por supuesto, "del maravilloso público, cuya comprensión y apoyo es lo que nos da las fuerzas necesarias para seguir adelante", señalan.
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