Práctica de yoga "El yoga no se realiza, se vive. Al yoga no le importa qué has sido; le importa la persona en la que te estás convirtiendo”. Aadil Palkhivala
La mayoría de las personas que llegan a las clases de yoga es por recomendación del médico, por alguna lesión o contracturas graves que les impiden realizar actividades cotidianas. Con el paso del tiempo y la constancia, encuentran en el yoga beneficios para su vida diaria, que van más allá de superar dolencias puntuales.
Son muy conocidos los efectos del Yoga en el cuerpo y en la mente: mayor flexibilidad, mejor equilibrio, desarrollo de la fuerza, estiramiento y movilidad de las articulaciones, calmar la ansiedad, los nervios, los miedos. Aprender a conectarte con tu cuerpo y tus pensamientos.
Sin embargo, el Yoga es mucho más que posturas (asanas), meditación y respiración. Es una filosofía de vida. Como lo dijo Indra Devi, es un camino hacia la libertad y si lo practicamos de forma constante, nos podemos liberar del miedo, la angustia y la soledad. Se pueden, al menos, nombras cinco enseñanzas que el yoga brinda y podemos aplicarlas en nuestra vida:
Podemos más de lo que creemos: al principio nos duele todo, nos sentimos poco flexibles y muy rígidos, con el tiempo vamos logrando cada vez más. Cuando nos damos cuenta, vemos que podemos lograr más de lo que creemos y que nuestro desarrollo es infinito. Es una sensación increíble que te ofrece seguridad y que, trasladada a la vida real, nos deja ver que no hay imposibles y que si nos lo proponemos y trabajamos duro ¡podemos conseguir lo que queramos!
También comprendes que tienes límites y que debes aceptarlos: Por un lado, el yoga descubre todo tu potencial, pero por otro te enseña a aceptar tus propios límites. Porque, sí, muchos nos los ponemos nosotros, mentalmente; pero es un hecho que otros son límites infranqueables. Aceptar la realidad es difícil, pero una vez que lo hacemos, comenzamos a fluir en vez de querer controlar la situación o a las personas.
Mantenerte cómoda en la incomodidad te da fuerza de carácter: Se puede traducir así: cuando estamos en una postura que nos incomoda mucho, de la cual ya queremos salir porque nos tiemblan las piernas, nos duele todo y estamos cansados, pensemos que nos estamos fortaleciendo, que estamos venciendo la incomodidad y el dolor, que estamos aprendiendo algo de nosotros mismos. Ahí, desde ese lugar, es más sencillo sostenerse. Salimos de la postura fortalecidos, con mayor confianza y orgullosos.
Mi mente no manda: nuestro cuerpo suele estar relegado a los caprichos de la mente. Antojos, vicios, poco descanso, sedentarismo y productividad exigente, entre otras cosas. Cuando es así la mente manda y el pobre cuerpo se resiente. Conforme vamos asentando nuestra práctica, el cuerpo y nosotros mismos (nuestra consciencia) se unen. Por eso el Yoga significa “unión”. La práctica regular nos abre la consciencia a nuestros hábitos, nos saca de automatismos, nos hace respetar la energía de nuestro cuerpo.
Sin una base firme, no puedes sostenerte en la vida: ¿Cuántas veces en la vida empezamos un proyecto, una relación o una idea sin una base sólida? ¿Cuántas veces nos lazamos a la aventura de emprender algo sin un sostén adecuado? Por eso caemos, sin antes revisar cómo estaba la estructura, si ya estaba cuarteada, si nuestras creencias o valores ya estaban caducos y no nos funcionaban más. Es sumamente importante analizar en dónde estamos parados y cómo estamos parados, antes de emprender el vuelo. En el Yoga, construimos bases solidas para armar, sostener y desarmar las posturas.
Una de las ideas del yoga es llevar la práctica de la esterilla a la vida. Es decir, aplicar lo que aprendemos en la clase a todo lo que hacemos fuera del salón. También, lo increíble de esta disciplina es que nos enseña sobre muchas cosas, las cuales van más allá de las posturas como tal. Quizás sea tiempo de dar un paso más y expandir estos estados que logramos en las prácticas a nuestra vida cotidiana para adquirir una nueva dimensión.
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