Fiesta.
San Vicente Ferrer.
San Vicente Ferrer. El Ayuntamiento de Valencia y la Junta Central Vicentina han decidido suspender las fiestas externas de San Vicente Ferrer previstas para el próximo mes de abril, según ha anunciado el concejal de Cultura Festiva y presidente ejecutivo de dicha Junta, Carlos Galiana.
Al igual que ocurriera con las Fallas y la Semana Santa Marinera se ha visto prudente y conveniente suspender las fiestas vicentinas por el concurso de gente que gira en torno a ellas y porque persiste las órdenes de confinamiento de la gente dentro de las casas a causa de la pandemia del coronavirus ovid19.
El Ayuntamiento ha emitido nota oficial en este sentido. La Junta Central Vicentina, que integra todos los Altares y Cofradías de san Vicente Ferrer, ha dado a conocer una carta de la Honorable Clavariesa de las Fiestas Vicentinas 2020, Inmaculada Atienza, dirigida a los valencianos y en particular al mundo vicentino en la que otras cosas dice:
“Me dirijo a vosotros como Honorable Clavariesa de las Fiestas Vicentinas 2020, en estos momentos de incertidumbre, encerrados en nuestras casas, acechados por el virus COVID-19, sufriendo miedo, temiendo por nuestros mayores y por los más vulnerables de la sociedad, sabiendo que muchas personas, y algunos de nuestros hermanos, atraviesan una forzada soledad.
Un momento especialmente aciago para los que no tienen un hogar, o una familia, para los que están enfermos, para los más pobres y marginados de nuestra sociedad.Valencianos, hoy más que nunca, con fuerza, debemos pedir la intercesión de nuestro patrón, debemos encomendarnos a Sant Vicent Ferrer.Es necesario rezarle y pedirle por todos los enfermos, por los colectivos en riesgo, por las personas que están trabajando sin descanso para que superemos esta crisis.”
Recuerda la Clavariesa el milagro del aceite de Agullent, “atribuido a nuestro Santo, en septiembre del 1600, cuando el pueblo se encontraba devastado por la peste bubónica, San Vicent obró el milagro de la curación, erradicando la peste del pueblo a través de la luz y el aceite de una lámpara situada en su santuario y cuyo contenido nunca se acababa”. Precisamente, una Roca del Corpus, la de sant Vicent, hace memoria de la victoria de San Vicent sobre la peste negra que asolaba la ciudad, una peste tan recurrente en sus tiempos.”
Abogado contra la peste y las epidemias
Tradicionalmente, fruto de la concepción medieval teocéntrica de la sociedad, a san Vicente Ferrer se le ha considerado “abogado contra la peste y epidemias”.Antist,su biógrafo, decía que especialmente contra “la pestilencia”.En tiempos de epidemias,se rezaba al santo una oración en la que se pedía a Cristo les librase “de toda peste, mal contagioso, y de muerte repentina y eterna”.
Son numerosos los milagros en relación con la peste los que narran quienes escribieron sobre el santo dominico valenciano desde el primer momento, no solamente estando vivo, sino también después de muerto, acudiendo a su tumba en la catedral de Vannes.
Respecto a Valencia, cuenta Antist que “manifestó nuestro Apóstol Valenciano su patrocinio contra la peste el año mil seiscientos, preservando a esta ciudad de Valencia de la que se padecía en la de Játiva (hoy de S. Felipe) dejándose ver con una espada en la mano sobre la puerta dicha de San Vicente; y obrando muchos milagros en los apestados de fuera”.
El Pueblo de Agullent recuerda todos los años en la “Nit de les Fogueretes” el milagro que allí obró san Vicente Ferrer. El relato que en el propio pueblo se cuenta de lo sucedido es el siguiente. El día 4 de septiembre de 1600 tuvo lugar el milagro que liberó a pueblo del mal contagioso. Uno de los documentos más antiguos que narra estos hechos procede de 1658 y se conoce como 'Decreto del Miracle'. En él se narra cómo durante la peste, la gente del pueblo había buscado refugio en la sierra y en el campo.
El ermitaño, Joan Solves, que cuidaba el santuario de Sant Vicent Ferrer, no se atrevía ni siquiera a bajar al pueblo, y por eso, no tenía aceite para la lámpara del santo. El día 3 de septiembre, por la noche, el ermitaño oyó un rumor en la ermita: se acercó para comprobar qué podría ser y vio la figura de un fraile dominico arrodillado al pie del altar. Corrió a comunicarlo a su mujer y, cuando volvió a la iglesia, ya no vio ningún fraile, a pesar de que la puerta se encontraba cerrada. En cambio, la lámpara estaba sobresaliendo de aceite, con una luz muy flamante.
Ante tan gran misterio, el ermitaño corrió para comunicarlo a las autoridades; tocó la campana y'oídas por toda la gente del lugar y barracas del término publicándose dicho milagro empezaron a hacer luminarias y disparar muchos arcabuces'. De aquella luz y de aquel aceite milagroso todos recibieron curación. La gente se llevaba el aceite, sin que menguara en la lámpara, y no se apagaba, aunque soplaba viento atramontanado.
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