Europa tiene
una posibilidad de oro el lunes para demostrar que quiere salvar el euro y el
proyecto europeo. El Banco Central Europeo (BCE) debe intervenir para atajar la
espiral de ataques especulativos contra España con una prima de riesgo
disparada tras el anuncio de la Generalitat Valenciana de solicitar formalmente
el rescate al Gobierno central. Una situación que puede agravarse porque Murcia
ya ha anunciado que será el segundo gobierno regional en pedir ayuda y tras él,
vendrán otros.
España no es
Grecia ni puede imitar el camino que ha seguido el país heleno tras la
intervención de Europa. Porque si duras son las medidas que ha tomado hasta
ahora el Ejecutivo de Rajoy, mucho peor serían las que adoptarían desde la UE
si les cedemos nuestra soberanía. ¿Estamos dispuestos a ser un país pobre?
En el
supuesto de que la UE opte por una intervención en toda regla, en un rescate
similar a los modelos que ha aplicado en Portugal y Grecia y que supondrá un
mayor sufrimiento para el pueblo español, en ese caso habrá que decirle a
Europa que ya no queremos formar parte de un proyecto mal construido desde el
principio, agresivo e insolidario con el pueblo español.
Ahora es
momento de ajustes, es cierto. Aunque algunos sean muy impopulares, España no
se sostiene con un nivel de endeudamiento tan elevado como el que sufrimos, ni
tampoco con una estructura de Estado que no se mantiene con 6 millones de
parados.
Ajustes que
se aplican tarde, mal y corriendo y que se realizan como consecuencia de la
irresponsabilidad de los gobiernos que han dirigido España y las comunidades
autónomas desde el inicio de la democracia, con mayor o menor responsabilidad
dependiendo del partido y el periodo de turno.
Lo cierto es
que se han hecho muchas cosas mal en España. Se han creado estructuras en las
administraciones públicas mastodónticas, con miles de enchufados; con
televisiones públicas al servicio del partido político de turno; con unas cajas
de ahorro que han hundido los partidos y demás miembros de sus consejos de
administración colocados por cuotas y no por valía profesional, que han
regalado créditos a empresarios amiguetes o sí mismos; con gobiernos que han
dilapidado miles de millones de euros con obras faraónicas e inútiles o que han
hecho de la corrupción la tónica habitual de su administración.
Los
españoles somos, en parte, corresponsables, por permitir tantos desmanes y no
castigarlos en las urnas, por no decirles a nuestros políticos que iban por un
camino equivocado y por participar también, en menor medida, de la orgía de la
compra desmedida de viviendas animados por el síndrome de la especulación.
Hemos creado
un país basado en el enriquecimiento rápido, la ley del mínimo esfuerzo y el
abandono del sentido crítico que debe estar presente siempre en un pueblo para
dirigir un país y que no sean otros -los corruptos, los especuladores, los
mercados...- quienes lo dirijan por el pueblo soberano.
Pero no es
el pueblo español el principal responsable y culpable. En España quienes nos
han llevado al hundimiento han sido los políticos que han dirigido el país y
los reinos de taifas de las comunidades autónomas. Nadie hizo nada por buscar
alternativas a la construcción como único modelo de generación de riqueza y la
mayoría aprovecharon para ganar dinero a espuertas y colocar a los suyos en
ayuntamientos, diputaciones, gobiernos autonómicos y empresas públicas y
gobierno central.
No somos los
españoles quienes han hundido a la banca española, que debemos distinguir entre
los bancos serios, los buenos y solventes, y las cajas de ahorro, hundidas
porque quienes las controlaban no eran profesionales. Ahora Europa quiere
prestar más de 60.000 millones de euros para salvar el sistema financiero
español pero no podemos asumir que sea el Estado -o sea, todos los españoles-,
el que responda en caso de impago. Ahí está el ejemplo de Islandia.
Tenemos
pocas alternativas, es cierto, porque el endeudamiento es insoportable. Pero
todavía no he escuchado a nadie una sola propuesta para la recuperación
económica, para la generación de empleo, fundamental para salir de este
atolladero.
Es momento
de plantear un referéndum, similar al de Islandia.
Es momento
de decirle a Europa ¡Basta ya!; queremos formar parte de la UE pero no a
cualquier precio.
Es momento
de pedir a la Justicia española que meta en la cárcel a quienes nos han llevado
a esta dramática situación y que rastree hasta encontrar todo el dinero robado por tantos y tantos casos de corrupción.
La pelota
está en el tejado de Europa y el BCE es el único que puede rebajar la prima de
riesgo y los ataques contra España, que en realidad es contra toda la Unión
Europea.
Si no toman
medidas y nos ayudan, habrá que ir pensando en darle una patada a Europa.