Juan Benito Rodríguez Manzanares /EPDA
Santuarios en la Comunidad Valenciana hay muchísimos y todos ellos
preciosos, sin lugar a dudas, pero en esta ocasión vamos a
deleitarnos con un santuario que aúna belleza, una inusual
construcción, endemoniados, leyenda y tradición: el Santuario de la
Virgen de la Balma.
Es preciso comentar que «balma», es una palabra valenciana que
significa «gruta», y el nombre de la virgen está bien sustentado,
pues el conjunto de construcciones que constituyen el santuario, se
encuentra en el interior de una gruta natural longitudinal erosionada
por el paso de millones de años. Esta balma está frente a un bello
meandro en la ribera izquierda del río Bergantes, a 700 m. de
altitud, en una de las caras del monte de la Tossa a 3 km. de la
población de Zorita en la comarca de Els Ports (Los Puertos) a la
que pertenece, en el Maestrazgo de Castellón.
El santuario se encuentra literalmente empotrado en la citada gruta,
constituyendo la misma el suelo, el techo y una o varias de las
paredes de todas las construcciones, habiendo construido el hombre
tan sólo el lienzo que se ve desde el exterior.
En el lugar donde hoy se haya el Santuario de la Virgen de la Balma,
está documentado que desde el siglo XIII ya se consideraba sagrado.
Además, algunas partes del suelo de la capilla se han datado antes
de la invasión musulmana de 711. Posteriormente, en 1380 también
está documentado que había una pequeña ermita dedicada a Santa
María Magdalena. Algunos años más tarde, en 1408 se inician las
romerías a la Balma, pero fue en 1437, cuando, en un inventario, se
nombra por primera vez a la Virgen de la Balma. De esta manera,
tenemos que el lugar, ya era sagrado y de culto siglos antes de la
construcción del santuario en 1667 tal y como lo conocemos hoy en
día.
La historia de cómo se edificó este santuario, tiene una
iconografía bastante utilizada en el ámbito católico-cristiano.
Dice la leyenda que un pastor de Zorita al que le faltaba un brazo o
lo tenía inutilizado, según versiones de la misma leyenda, tenía
pastando sus ovejas en las proximidades de la balma, cuando de pronto
observó que un gran resplandor salía de ella y la curiosidad lo
encaminó hacia la misma. En ese instante se le apareció la Virgen
rodeada de un coro de ángeles, revelándole al pastor que había una
imagen suya oculta en la balma desde los tiempos de la invasión
musulmana, encargándole que fuera al pueblo y se lo comunicara a
todos, con el expreso deseo de que en ese lugar se construyera un
templo para venerarla, y a cambio ella garantizaría la protección a
la comarca.
Y, para que todos supieran que la historia del pastor era real, le
sanó el brazo o se lo restituyó, según versiones. Los vecinos y
autoridades se maravillaron ante la narración y sanación del pastor
y decidieron construir el templo, el cual consta de varias
edificaciones, construyéndose el mismo entre los siglos XV y XVIII.
Las peregrinaciones comenzaron a crecer sin parar, y esto hizo que
las rentas del santuario crecieran. Pero, sobre el siglo XVIII, lo
que realmente le dio la fama a este santuario fue la creencia de que
la Virgen de la Balma sanaba a los locos, y sobre todo libraba del
demonio a las personas poseídas por el maligno, realizando en el
santuario numerosos exorcismos. A esto lo denominaron, «La lucha
contra el maligno», siendo un jurado popular aconsejado de tres
brujas de la localidad aragonesa de Caspe, llamadas las «Caspolinas»,
quienes decidían la autenticidad de las posesiones demoníacas. Fue
en este momento histórico cuando se construyó la Sala de las
Danzas.
Mas, en la actualidad, se cree que los endemoniados y poseídos que
acudían a la Virgen para ser exorcizados, tan sólo serían personas
con enfermedades mentales como la esquizofrenia o neurológicas como
la epilepsia, pues en aquel momento no se conocían estas
enfermedades y podrían confundirse perfectamente con las posesiones
demoníacas.
Estos exorcismos, que llegaron a ser brutales, y todo tipo de
cualquier sanación de posesión del maligno, fueron prohibidos en el
siglo XIX, pero, de manera más o menos secreta y oculta, se
continuaron realizando durante gran parte del siglo XX.
Este santuario, como la mayoría de los establecimientos religiosos,
también sufrió la Desamortización, pasando definitivamente en 1885
a pertenecer al Ayuntamiento de Zorita.
Con respecto al santuario, lo primero que vemos al inicio del camino
que conduce hasta el mismo, es un «peiró», es decir, una cruz de
piedra, ya documentada en 1617, cubierta con un templete de
estructura piramidal y tejas azuladas, sostenido por cuatro columnas
construido en 1687. El interior del mismo tiene unos frescos que
representan las Virtudes y las Buenas Obras, pintado en 1860 por el
pintor morellano Juan Francisco Cruella (1804-1886). La cruz fue
destruida en 1936 y repuesta en 1977.
Por medio de una empinada escalera se accede a la hospedería y al
ermitorio del santuario, el cual está conformado por la iglesia y la
torre campanario.
A la iglesia se entra por una puerta flanqueada con pilastras
acanaladas, luciendo sobre la misma una hornacina con la Virgen del
Perdón, imagen que también fue destruida en la Guerra Civil y
repuesta posteriormente. La iglesia, con unas dimensiones de 36
metros de longitud y 12 de anchura, ofrece una imagen especial al
tener la roca viva de la montaña como techo y algunas de sus
paredes. En sus laterales hay varios altares que acogen numerosos
exvotos. En 1594 se forjó la reja en forma de «u» con fondo en
obra, que cierra el camarín de la Virgen, la cual, como ya ocurriera
con otros elementos del conjunto, no es la hallada originalmente,
pues también fue destruida en la Guerra Civil. La que ahora se
venera en el santuario, es la imagen que había en la iglesia
parroquial de Zorita, que difiere bastante de la imagen original, la
cual, era de madera policromada de unos 70 cm. y representaba una
Virgen sedente con el niño en su rodilla izquierda al que le muestra
una manzana con la mano derecha. El escultor castellonense Juan
Bautista Porcar (1889-1974) en 1940, realizó una copia de la misma,
la cual se haya actualmente en la Sala de las Danzas en el piso
superior de la Hospedería.
La iglesia está situada en la base de la torre campanario, realizada
en sillería, estando separada de la roca de la montaña tan sólo el
segundo cuerpo de la misma, siendo la única parte de todo el
conjunto del santuario, que dispone de cuatro paredes en sillería
realizadas por el hombre. La cima del campanario está decorada con
cuatro pináculos en sus esquinas.
El conjunto de construcciones del santuario, también cuenta con un
restaurante muy recomendable de probar. Las partes están unidas por
uno estrecho y alargado pasadizo tallado en la roca.
El 2 de julio de 2011 se incendió el Santuario, quemándose el altar
realizado en la década de 1960, el coro construido en 1947 y
multitud de partes más.
El Santuario de la Virgen de la Balma fue declarado Monumento
Histórico Artístico en 1979, y BIC (Bien de Interés Cultural) en
2007.
Indudablemente, es una parada imprescindible para los creyentes
cristianos, para los amantes de la tranquilidad y para todas las
personas que sepan apreciar lo bueno que ha salido de la conjunción
entre la naturaleza y el hombre.
Zorita, en Castellón, es sinónimo de amor mariano y amor por la
tradición.
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