Carlos San José, presidente CONTIGO Elche./EPDA
La calle más nombrada de la ciudad se enfrenta a su mayor reto
histórico: la peatonalización definitiva. Este cambio estructural de la
Corredora o Corredera no deja indiferente a nadie, férreos defensores del
cambio contra comerciantes y tradicionalistas
nostálgicos que no desean variar su estado actual.
La opinión es, además
de respetable, un claro ejercicio de subjetivismo y tratar de argumentar
hipótesis para un lado u otro es harto complejo además de una temeridad. Pero
hay datos indiscutibles que pueden arrojar luz en un tema de profundo debate
local y despejar algunas ramas del bosque que probablemente no permitan
visualizar un proyecto ambicioso de futuro con un amplio abanico de
posibilidades. Cualquier ciudad europea de prestigio presume de amplias zonas
peatonales donde se concentra una atractiva oferta comercial y un desarrollo de
actividades lúdicas municipales y privadas; es evidente que a mayor espacio
peatonal más amable se hace al paseo y al recreo. Tampoco hay que irse muy
lejos, en nuestro país las ciudades más visitadas y requeridas en las agencias
de viajes tienen un centro histórico peatonalizado: León, Santiago de
Compostela, Burgos, Toledo, San Sebastián, Sevilla o incluso Pontevedra donde
el proyecto fue mucho más allá y actualmente es un ejemplo de sostenibilidad en
media Europa.
En una era digital en
la que nos encontramos el famoso “copia y pega” puede servir como ejemplo.
Elche tiene suficientes atractivos turísticos como para atraer visitantes, y si
en ciudades similares a la nuestra el modelo funciona ¿por qué no copiarlo?
Pocos ejemplos o ninguno hay de ciudades donde el peatón haya ganado espacio al
coche y hayan tenido que revertir la situación por caótica, lo cual da a
entender que no hemos de tener miedo a una peatonalización del casco histórico
ilicitano porque se ha demostrado que funciona.
Elche es una ciudad
singular y única, lo cual la hace todavía más atractiva. Una peatonalización
tiene que ser positiva para atraer turismo y facilitar el paseo y el ocio a los
ilicitanos, pero evidentemente hay que desarrollar un proyecto paralelo que lo
complemente. El Ayuntamiento se ha lanzado a construir la casa por el tejado, y
no ha presentado ningún complemento de incentivo comercial ni propuesta de
dinamización alguna. Para empezar, mientras duren las obras se debería velar
por los comerciantes de la zona que aún no se han recuperado de la COVID-19 con
algún tipo de compensación o incentivo. Una vez llegue noviembre y se inagure
la nueva calle Corredora, el Ayuntamiento debería vertebrar unas líneas de
acción que pasen sobre tres o cuatro ejes que aseguren la reactivación
comercial y la dinamización de la zona. Sobre esto, se sugiere una creación de
una bolsa de locales disponibles para promocionarlos, publicitarlos y facilitar
su alquiler o venta, un programa de
incentivos fiscales a la iniciativa privada y la comercialización en la
zona centro, potenciar el Consejo Comercial de la Ciudad y promover su
actividad en la zona peatonal, un programa de dinamización con actos
culturales, musicales y de ocio que atraigan a los ilicitanos a su centro
histórico y por supuesto, una ambiciosa campaña publicitaria a nivel nacional
aprovechando la inercia del turismo patrio para “vender” un Elche abierto,
acogedor y atractivo.
Elche no puede dejar
escapar más oportunidades y estamos ante una de las más importantes, el centro
puede morir para siempre o revitalizarse al máximo, yo opto por ésta última,
aún estamos a tiempo.
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