Playas del norte de Sagunt. EPDA Juan Bruno es pescador e hijo de pescadores. Lleva toda su vida viviendo y trabajando en l’Almardà. Es por eso que le duele y le indigna ver el estado actual de esta playa del norte de Sagunt, sobre todo si lo compara con el aspecto que presentaba hace apenas dos décadas. De hecho, le cuesta considerarla ‘playa’. “Para que sea una buena playa tiene que ser muy plana y que el agua llegue mansa hasta la orilla, no una playa alta llena de piedras. He conocido este lugar cuando era plano y el agua llegaba al tobillo 200 metros mar adentro, pero cada vez está peor”, cuenta.
Bruno atribuye este deterioro a la acción de los políticos, que parecen no entender “que si construyes un espigón en una zona destrozas la que viene a continuación”. El problema, según él, es que “no comprenden lo que es el mar, no saben lo que es una playa. Cuantas más máquinas envían, más grava hay; se han gastado millones de euros para nada”.
El vecino denuncia que se deben tomar medidas de urgencia porque “se ha creado un muro y no pueden nadar ni los niños porque el agua choca muy fuerte y se forman corrientes”. Y cuanto más fuerza tiene el agua, más piedra se acumula. Un círculo vicioso que se ve alimentado por los continuos temporales.
“Las ampliaciones de puertos son una de las causas de la modificación de la costa. Yo pienso que hasta que no se haga un proyecto conjunto de espigones no se deberían llevar la grava, porque cuando la quitas el agua se acerca cada vez más a las dunas tras un temporal, al no tener esa protección. Por este motivo hay peligro de que se inunde la Almardà”, explica con preocupación un compañero de Juan Bruno, también vecino de la zona.
Tomás Alabau, por su parte, propone regenerar las dunas para que recuperen el aspecto que tenían en los años 80. “En la zona de Corinto llegó un temporal en el año 97 y se llevó todas las dunas. Hay que regenerarlas. Si la grava que sale del mar la colocaran en montones se quedaría un muro no muy alto para proteger las dunas, como en el Gato Montés, donde hay mucha arena. Costaría menos dejar ahí la grava que llevársela a Casablanca”, opina este residente de l’Almardà.
Los vecinos se quejan del retraso y de la falta de actuación del anterior alcalde. Consideran que el proyecto de espigones tendría que haberse reclamado antes, y que fue un error no poner en marcha la turbina de la Gola de Quartell, que sigue sin estar en funcionamiento para disgusto de los agricultores que ven cómo la Marjal se inunda de forma constante.
Por contra, valoran positivamente el interés que está mostrando el actual primer edil, Darío Moreno, por escuchar a la ciudadanía y pedir en Madrid que se tengan en cuenta las consecuencias que se podrían derivar del proyecto de estabilización del litoral de La Llosa y Almenara.
Una opinión favorable que no es incompatible con manifestar que “a los vecinos de l’Almardà nos tienen abandonados”, ya que tampoco se atienden las peticiones para reformar el Pont de Penya, por ejemplo.
“La gente de la playa protesta, el alcalde se pone nervioso, envían unas máquinas, se llevan el dinero y eso lo pagamos nosotros”, protesta Bruno.
Alabau recuerda que en los 90 no había grava. “La gente y también las constructuras se la llevaban con carros. Pero comenzaron a hacer el puerto de Burriana, el espigón de Moncofa… y las corrientes se comieron Malvasur. Se ha formado un golfo de mar. He hablado con los alcaldes, pero los ingenieros de Madrid no salen del ordenador. No saben lo que es la playa de l’Almardà, y los espigones de Almenara nos perjudicarán”, afirma.
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