Susana Gisbert. Estos días me viene cada vez más a la cabeza un refrán que usa mucho mi madre: “aprendiz de todo, oficial de nada”. Refrán que, combinado con el clásico “quien mucho abarca poco aprieta” podrían convertirse en la banda sonora del confinamiento.
La misteriosa desaparición de la levadura daba la primera pista. De repente, nos tiramos en plancha a la repostería, o a la elaboración de pan, aunque, según algunas imágenes de redes, con desiguales resultados.
Era solo el principio. De pronto, muchos productos quintuplicaban sus ventas y, entre la obligación y la devoción, todo el mundo se ponía a probar oficios que nunca se hubiera imaginado.
La peluquería ha sido uno de ellos. Yo misma me he puesto tijeras en ristre y he cortado el pelo a mi marido y mi hija, aunque he de confesar que con diferente nivel de satisfacción. Y, aunque no me he animado con el tinte, sé de buena tinta -valga la redundancia- que latintologíaestá teniendo muchos adeptos.
El corte y confección ha sido otro de losboomsde la temporada. Empezando por las mascarillas caseras, la mayoría de las cuales no sirven demasiado, pero quedan monísimas. Y siempre impedirán que vayamos expandiendo esas gotitas de saliva en que viaja el virus maldito, que no es poca cosa. A partir de ahí, hay quien ha llegado a pensar que, si puede hacer una mascarilla, igual puede coser una falda, y luego una camisa y, ya se sabe. Igual la nueva Coco Chanel se fragua en el confinamiento.
La desinfección nivel plus es otra de las tareas a las que han cobrado actualidad. Por un lado, ha surgido el fenómeno del descubrimiento de la escoba y la bayeta, algo que para algunas personas -hombres, la mayoría, pero de todo hay- ha sido más revolucionario que el descubrimiento de América. Por no hablar de la lejía, verdaderotopde nuestroranking.
Aunque posiblemente, la asunción de oficio más dura ha sido la de convertirnos en docentes. Ojalá sirva para, al menos, valorarles más.
Luego están los hobbies, esos a los que nunca pudimos dedicar el tiempo que hoy nos sobra. No quiero pensar la de libros, cuadros, esculturas y mucho más que habrá surgido de estos días, con mayor o menor fortuna. Sin olvidar puzles, papiroflexia, macramé, cerámica, encaje de bolillos o cualquier cosa para lo que se tuvieran materiales o pudieran conseguirse. Una amiga mía dice que, si publicaran una lista de las cosas pedidas estos días por Internet, alucinaríamos. Seguro.
Pero bien está si nos ayuda. Y, quién sabe, quizás haya nacido una estrella.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia