imagen del Webinar. El término PCR que hoy es de uso
común y se refiere al método de diagnóstico más fiable para detectar la
Covid-19 se basa en la misma tecnología que está dando un vuelco al mundo de la
explotación de variedades vegetales de cítricos. Efectivamente, los marcadores
moleculares tan pronto pueden servir para definir la secuencia genética propia de
un determinado coronavirus (o de cualquier patógeno) como para aportar los
rasgos genéticos específicos de una variedad. “Los marcadores moleculares no
son el futuro, son ya el presente” dijo ayer Francisco Llatser el ex director
durante décadas de AVASA (Agrupación de Viveristas de Agrios, S.A, cuyos
viveros miembros acaparan alrededor del 80% de la producción española de
plantas). Su contribución “contra la piratería varietal está teniendo y va a
tener un impacto económico incalculable”, añadió acto seguido. Así de
contundente se mostró Llatser en el transcurso de un webminar organizado por el
proyecto Gocitrus, que también sirvió para acreditar cómo esta revolución
tecnológica está beneficiando a todos los eslabones de esta cadena: está
acelerando los procesos de mejora varietal, la tecnología empieza a
introducirse para reducir los tiempos y las pruebas necesarias para obtener el
registro (la ‘patente’ de una variedad), ha perfeccionado el control de la
producción viverística y está siendo usada de manera emergente en los sistemas
de certificación e identificación varietal para evitar el fraude.
El
encuentro, seguido de manera on line
por cientos de personas vinculadas al sector de los agrios, fue respaldado por
partida doble por el Ministerio de Agricultura. De un lado, Alfredo Pollán,
jefe de Servicio de Innovación y Digitalización, introdujo el acto y del otro, José
Antonio Sobrino, director de la Oficina Española de Variedades Vegetales, dio
la primera ponencia. Sobrino entró a detallar cómo se realiza el proceso de
registro de una nueva variedad. En primera instancia y más allá de otros
trámites burocráticos, el nuevo material vegetal debe acreditar que es distinto,
homogéneo y estable. Hasta no hace demasiado tiempo estos estudios se basaban
exclusivamente en el análisis de las características diferenciales morfológicas
y fenotípicas. Frente a ellos –como confirmó Sobrino- está irrumpiendo también
la tecnología de los marcadores, que permite acelerar el proceso al comparar la
variedad candidata sólo con las que genéticamente sean más similares
“racionalizando las colecciones de referencia” (que en cítricos y en general en
todos los frutales, son enormes). La UPOV (Unión Internacional para la
Protección de las Obtenciones Vegetales) –de la que es miembro la UE así como la
mayor parte de países desarrollados- tiene, de hecho, un grupo de trabajo (el
‘IMODDUS’,) para incorporar estos métodos, para generar bases de datos (secuencias
específicas) y protocolos a los procesos de registro.
Desde
la perspectiva legal, como aclaró la letrada especializada en derecho de la
obtención y directora de AM Legal Group, Maribel Montero, los marcadores de
variedades son herramientas cada vez más usadas en los tribunales, tanto en
pruebas judiciales como de parte, en procesos ligados a casos de piratería
varietal. “Su implementación para la identificación inequívoca de variedades en
cítricos tiene ya un valor disuasorio fundamental porque ya no dependemos sólo de
los informes de peritos basados en el estudio de las características
morfológicas, que son análisis más complejos y propensos a la interpretación”,
advirtió. Junto a ello y en línea de lo avanzado antes por Sobrino, Montero se
mostró partidaria de una mayor integración de estos métodos en los procesos de
registros. “La identificación genética de las variedades vegetales, en un
mercado globalizado, ya empieza a proporcionar seguridad y progreso a los
distintos agentes económicos del sector citrícola pero podría hacerlo también al
de todas las especies botánicas”, concluyó.
Llatser,
en nombre del sector viverista y como también destacó antes el responsable del
Ministerio de Agricultura, destacó el “gran avance” que ha supuesto la
incorporación también de esta tecnología a los controles de la producción y
comercialización de material de reproducción vegetal de los viveros que
realizan las autono-mías. “Permiten, por ejemplo, evitar la multiplicación
ilegal de variedades protegidas que se puedan vender con otra denominación”,
aclaró. También quiso entrar en cómo han incidido en los procesos de mejora y
puso ejemplos: “El desarrollo de marcadores de selección por parte del IVIA
para detectar la sensibilidad al hongo Alternaria ha permitido descartar
cientos de posibles variedades parentales a hibridar y ha dado un acelerón al
proceso de mejora de mandarinas”.
El
primer caso de éxito de cómo el uso de estas secuencias genéticas singulares
puede ser también clave en la explotación de una variedad se ha dado con el
cítrico Tang Gold (conocida como Tango). Para dar testimonio de ello Gocitrus
invitó a José Pellicer, director de Desarrollo de Eurosemillas, que explota
esta mandarina y cuya firma es uno de los socios del proyecto. Pellicer detalló
el papel que desempeña los marcadores moleculares patentados para Tang Gold en
el que quizá es uno de los sistemas de certificación varietal más completos: se
toman muestras de hojas en los campos de los agricultores licenciados; de
frutos en los almacenes de los operadores que están inscritos en el sistema; se
adquieren también frutas en los supermercados donde se vende la mandarina en
toda Europa, incluso –en casos excepcionales- se pueden tomar muestras en
Aduanas. Todas ellas se remiten, respetando la cadena de custodia por una
empresa independiente, a un laboratorio también tercero especializado que
realiza los test de marcadores y de ésa manera, siguiendo la trazabilidad de la
mandarina, se controlan las posibles infracciones (por ejemplo, vender
etiquetadas como otras variedades, mandarinas Tang Gold sin el permiso del
obtentor).
Acto
seguido intervino el director del Instituto Valenciano de Investigación Agraria
(IVIA), Rodolfo Canet, cuyo centro también participa en Gocitrus. Canet
coincidió en que esta tecnología “es el futuro aunque ya es también parte del
presente”. El nuevo director quiso, a este respecto, circunscribir el trabajo
de su entidad “a trabajar como generadores de conocimiento” pero descartó –como
se ha especulado en algún momento- que el IVIA pueda erigirse en una entidad de
referencia “para certificar, verificar o resolver pleitos (sobre variedades) porque
esas labores deben desarrollarse a partir de la generación de un sector
auxiliar”.
Prueba de la APP y generar marcadores
“Hoy acertar en la elección de una
variedad y del portainjerto más adecuado, es una decisión muy complicada”, comenzó
explicando Carlos Baixauli, director del Centro de Experiencias de la Fundación
Cajamar, que es también otro de los socios del proyecto. Acto seguido y en
directo, Baixauli exhibió el sencillo funcionamiento de la primera APP que
ayudará a los citricultores en tal proceso. La aplicación contiene la
información de las fichas varietales del IVIA y el calendario de recolección
que las agrupa según se trate de ultraprecoces, precoces, de media estación,
tardías y ultratardías. Integra igualmente un histórico de cotizaciones, los
datos climáticos medios de los últimos años de la estación más cercana y permite
al interesado matizar si su parcela es especialmente propensa a heladas. Lanzará,
en su caso, alertas al usuario si -por la ubicación de su terreno- hubiera
presencia próxima de variedades de mandarino híbridas que pudieran propiciar la
polinización cruzada y la presencia de semillas en el fruto. Y, tan importante
o más que la elección de la variedad, la aplicación asistirá también en la
elección del patrón que mejor se adapte a las condiciones climáticas de la
parcela, las características de la tierra (salinidad del agua, caliza, estrés
hídrico) o propondrá alternativas actualizadas con patrones que sean resistentes
o tolerantes a determinados virus o enfermedades fúngicas.
Es
éste un segundo objetivo de Gocitrus. El primero, que está ya muy cerca de
cumplir, es proporcionar marcadores moleculares para hasta el 25% de las
variedades de mandarinas comerciales hoy existentes (más de 300) y para el 10%
de las naranjas, entre las que se encuentran todas las comercialmente más
demandadas.
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