Casi 3 millones de espectadores
siguen cada semana las galas de Operación Triunfo. Muchas de las canciones de
cada programa arrasan en descargas, el disco recopilatorio ha triunfado esta
Navidad y las firmas de discos arrastran colas durante horas. El fenómeno OT ha
vuelto, no hay duda. Aunque, como es normal, muy lejos de aquel OT 1 que
revolucionó España a principios de los 2000.
Amaia, rebautizada como
Amaia de España, Ana Guerra, rebautizada como Ana War; ese aire a lo Ariana
Grande que destila Aitana o ese tufillo a lo Antonio Orozco que seguramente
encubre a Cepeda en una brillante carrera en solitario son solo algunos de los
protagonistas de la nueva hornada de triunfitos que tras un brillante casting
llevado a cabo por Gestmusic se han convertido en algunas de las estrellas del
momento más codiciadas de la pequeña pantalla.
Sin embargo, no todo son
alabanzas al show de TVE que también tiene sus peros, eso sí salvables. Aunque
es preciso que la productora y en buena medida sus protagonistas pulan estos
defectos cara a conseguir un show perfecto al 100%. En el positivo, el buen
casting anteriormente mencionado, brillantes puestas en escenas, un equipo de
profesores a la altura, excelente iluminación y cuerpo de baile, una selección
de temas que mezcla canciones de siempre junto a los últimos éxitos del momento
y un presentador, Roberto Leal, que ha superado con creces su examen en prime
time y que clama a Premio Ondas por los cuatro costados.
Los defectos de OT 2017
El ritmo. Mantener en ocasiones el ritmo de un programa durante tantas horas
entraña una considerable dificultad y muchas veces los videos de relleno que
apenas aportan absolutamente nada merman el ritmo del show y empujan al
zapping.
Empieza demasiado tarde. No tiene la culpa OT de empezar tan tarde pero TVE
debería ser más ambiciosa en este sentido y eliminar cualquier access prime
time la noche que se emita Operación Triunfo. No es de recibo que el programa
termine todas las semanas más allá de la una de la mañana pese a su curva
ascendente.
Vestuario. No hay edición de OT donde la caracterización de los triunfitos sea
uno de sus puntos más flojos. O los visten de forma exagerada (tan solo hay que
ver los estilismos con los que Miriam ha tenido que luchar algunas semanas) o
parece que los concursantes se traigan la ropa de su casa (las camisetas
básicas estilo Primark de Cepeda)
Las incongruencias del jurado. Sobre todo de Manuel Martos, el jurado que no es
ni Joe ni Mónica Naranjo. Ha estado desafortunado en multitud de ocasiones con
valoraciones sin sentido. No es de recibo que, sin más, alabe actuaciones como
las llevadas a cabo por Mireya en su día y Ana Guerra la semana pasada para más
tarde nominarlas porque sí, porque el nivel está alto. ¿Entonces para que
tantas cosas positivas?
Los favoritismos. En Operación Triunfo 2017 hay favoritismos, de eso no hay duda. A
estas alturas del programa es inviable que concursantes con actuaciones tan
malas como ha tenido Miriam siga en el programa y buenas voces como Raoul,
Nerea o Mireya hayan dejado el show ante el miedo del programa de colocar a
Miriam en la picota.
Lo mismo ocurre con Aitana.
Su actuación la semana pasada era nominable, con una voz y una actuación que no
transmitió y encima la premiaron como una de las 3 salvadas. Algo similar
ocurre con Alfred, otro protegido del programa que no tuvo su noche. Brilló
mucho más Ana Guerra pero claro, ¿¡cómo nominar a Alfred?! Colocarlo junto a
Roi seguramente sea la expulsión y Alfred, pareja de Amaia, debe estar en la final...
Una cosa está clara, OT es
tele y como programa de televisión está ya todo escrito….
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