Juan Benito Con este título un tanto
llamativo pero desconcertante, quiero poner en valor algunos de los bancos que
fueron importantes dentro de la historia del río Turia, pues este río nunca ha
sido un río «normal», y muestra de ello es que cuenta con una historia de lo
más singular desde el principio de los tiempos, historia que los amantes de la misma
saben apreciar.
Antes de hablar directamente de
los bancos del río Turia, quiero comentar algo muy brevemente sobre una entidad
llamada «Fàbrica de Murs i Valls» («Fábrica de Murallas y Fosos»), la cual fue
una de las entidades más importantes de la Valencia de la antigüedad. Tiene sus
primeros precedentes allá por 1251, más su origen admitido, fue en la década de
1350, y hasta su desaparición nos dejó muchas piezas históricas como los bancos
que vamos a comentar en este artículo.
La Fàbrica de Murs i Valls de
Valencia, tenía multitud de funciones, y entre ellas, sus magistrados eran los
encargados de registrar el paso de la madera que venía desde el Alto Turia,
teniendo este río a su entrada a Valencia, en los límites con Mislata, el
llamado azud de Robella, donde en la actualidad se encuentra la Casa del Agua
que nunca funcionó como tal y una pasarela metálica que cruza el río.
Sobre 1686, pasado este azud y
hasta el puente de San José, donde se encontraba aproximadamente el embarcadero
que había en las proximidades de las Puertas de Serrano (Torres de Serranos),
no habían más impedimentos para la circulación del agua, y ese fue el motivo por
el que unos metros más allá del azud de Robella en el sentido del discurrir de
las aguas del río, se dispusieran los magistrados de la Fábrica de Murs i
Valls, para registrar el citado paso de la madera, y para que estos pudieran
realizar su función de forma tranquila, se dispuso un enorme banco de piedra
que está situado casi enfrente de la antigua Cárcel de Mujeres, hoy Colegio 9
de octubre, más concretamente frente a la calle Torres. Este banco es el
llamado «Banco de los Magistrados».
El banco está situado junto al
pretil del río Turia y tiene delante de él algo parecido a un balcón, siguiendo
el pretil la forma del mismo, constituyendo delante del banco un pequeño
ensanche desde el que los magistrados tenían una vista panorámica del río
impresionante y, de las maderas que por él circularan.
El banco, según tiene tallado
sobre el mismo, data de 1756, pero el paso de los años, la desaparición del
agua del río y otros considerandos, hicieron que el banco quedara en desuso,
pasando durante muchos años a un estado de total abandono sobre el que se
realizaron numerosas pintadas y otros actos vandálicos. Pero en 2017 la
Asociación Círculo por la Defensa del Patrimonio, solicitó al Ayuntamiento de
Valencia y a la Generalidad Valenciana, la máxima protección patrimonial para
este banco y para todos los elementos históricos que nos legó la Fàbrica de
Murs i Valls.
Finalmente, en 2019 el
Ayuntamiento de Valencia restauró el Banco de los Magistrados, restauración que
comprendió una profunda limpieza, el estucado con mortero pétreo de las
grietas, fisuras y trozos que pudieran faltar, además, se le aplicó una pátina
de protección. Para completar la restauración, se desplazó y alineó con el
resto del conjunto, una parte del banco que estaba separada. De nuevo el Banco
de los Magistrados parece que fuera a recibir a los mismos.
Otro banco representativo de
esta misma época, pues se data aproximadamente en 1757, un año después del
Banco de los Magistrados, es el banco llamado «el Navío».
Este banco tiene una curiosa forma
de popa de barco, de ahí su nombre, y gracias a las investigaciones realizadas
y artículos publicados por J. Díez Arnal, sabemos que este banco tenía una
pareja situada a unos metros frente al mismo, que tenía forma de proa de barco,
el cual estaba decorado con un ancla y elementos marítimos y, en sobre el mismo
tenía la inscripción:
«Sisto ut sistas» («Aquí estoy
para que descanses»)
Ambos bancos, el Navío y su par,
estuvieron en origen situados junto al puente de Campanar en el Paseo de la
Pechina, muy cerca del Banco de los Magistrados, y se estima que la
funcionalidad de todos ellos era similar.
El par del banco el Navío
desapareció con el tiempo, pero, por el contrario, el Navío ha sido bastante
«viajero», pues, con el devenir del tiempo fue trasladado a los Jardines del
Real, llamados «Los Viveros», mas, en 1932 fue de nuevo devuelto a su
emplazamiento original, y de ello hay fotos de 1945. Pero tras la desastrosa
riada de 1957, exactamente en 1960 el banco el Navío fue trasladado de nuevo
situándolo en el jardín que hay en frente del Palacio del Temple, el cual
actualmente la sede de la delegación del Gobierno del Estado.
El Banco el Navío, es un asiento
de proporciones gigantescas, más parece un trono que un asiento, y el mismo
está coronado con una pechina, es decir, con una concha de almeja. Dispone de
dos grandes reposabrazos con sendas formas antropomorfas. En su parte trasera
tiene tallada una máscara y, en los laterales multitud de decoraciones entre
las que destacan unas pequeñas cruces.
Y, en este artículo dedicado a
los bancos del río Turia, no puedo dejar de comentar los múltiples bancos que
hay en la parte interior del río, sobre el lecho del mismo y adosados al
pretil, los cuales se estima que fueron construidos para que los caminantes del
mismo pudieran descansar. Aunque en la actualidad la mayoría de ellos están
semi escondidos tras una gran cantidad de matorrales, olvidados y abocados a su
destrucción por dejación de cuidados.
Mas, entre estos bancos hay que
destacar un banco de piedra corrido, el que está situado entre el Puente del
Real y el Puente de Aragón el cual en sus mejores tiempos unía a ambos sin
interrupción, teniendo así una longitud aproximadamente de un kilómetro, constituyendo
en su momento todo un récord por ser unos de los bancos más largos que había.
Desgraciadamente, la
construcción de algunos de los puentes modernos, ha hecho que esta continuidad
se pierda, pero los amantes de la historia, siempre lo recordaremos completo.
Y hasta aquí, este breve paseo
por algunos de los bancos del río Turia, en los cuales, podemos entrever gran
parte de la historia de Valencia.
Valencia es sinónimo de cultura
y un extenso patrimonio artísticos que todos debemos cuidar.
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