Un entierro durante la pandemia.Sólo las flores luchaban contra el abandono en los cementerios durante
lo peor de la pandemia de la COVID-19, que ha dejado una cifra diaria de
muertes superior a la de cualquier otro momento. Y aunque podría
pensarse que esto beneficiaría al sector funerario, sobre los
marmolistas se cierne también la sombra de la crisis.
Marmolistas
consultados por Efe lo corroboran también con cifras. Así, algunas
empresas han sufrido una drástica reducción de sus pedidos y de un media
de 65 mensuales se ha pasado en estos meses a cuatro o cinco.
Y
es que los familiares de las víctimas no podían acudir ni a las tiendas
ni a los cementerios, donde se ofertan los elementos para que el
recuerdo de un ser querido perdure en el tiempo.
Con la crisis
del coronavirus, el sector de la decoración funeraria se ha visto
paralizado por una pandemia que no entiende ni de luto ni de
desconsuelo, aseguran los profesionales consultados por Efe.
"La
mayoría de los cementerios de España estaban cerrados y ni siquiera
dejaban entrar a un solo operario para medir y colocar las lápidas",
explica a Efe Francisco Javier Pardo, propietario de una empresa de arte
funerarios de Alicante.
Pero es que además, como dicen desde la
Asociación Española de Marmolistas Funerarios, ha habido falta de
información y los mensajes han sido contradictorios.
"Al
principio podíamos trabajar, después empezaron a cerrar los cementerios y
luego a algunos se podía ir, pero no se permitía recoger las lápidas",
recuerdan las fuentes.
ADAPTARSE AL MUNDO ONLINE
Con todas
esas "trabas" a las que obligó el control del contagio de la COVID-19,
el mundo online se abrió como una posibilidad real para tramitar las
compras de lápidas y la elección de otros elementos del arte funerario.
Pero
no resultó fácil. "No es lo mismo comprar online una camiseta o unos
pantalones que una losa", resalta a Efe Noelia Abós, presidenta de la
Asociación Española de Marmolistas y propietaria de Mármoles Artísticos
de Aragón.
Una lápida es un objeto excepcional que intenta
hacerse hueco entre las emociones del cliente, que tiene que tomar una
decisión cuando aún está el dolor presente y siempre con la duda que
plantea cómo rememorar a una persona querida a través de una imagen.
Durante
el estado de alarma, los marmolistas enviaban fotos y vídeos a los
clientes, pero "da igual lo que mandaras, porque no era suficiente",
relata Noelia Abós. "Al final es un objeto diferente, al que no estamos
acostumbrados y a la gente le gusta tocarlo, verlo in situ", añade.
Con
el inicio de la desescalada, los representantes de esa asociación ven
lo que queda de año con esperanza y con la vista puesta especialmente en
el Día de Todos los Santos.
Además, estas primeras semanas de
desescalada "están dejando mejores sensaciones respecto a otros tiempos
de crisis", porque las personas que están encargando piezas de arte
funerario no están mirando mucho el presupuesto, subrayan los
consultados.
"Ayer vino un señor que dijo: ´mi padre ha muerto y
voy a comprar lo que más me guste porque es lo último que puedo hacer
por él y yo sé que le gustaría´", relata Abós.
Para ella, el
comportamiento de los clientes es muy diferente a las anteriores crisis
económicas, donde la gente solía pensar más en arreglar la lápida que ya
tenían de otros allegados fallecidos o pedir presupuestos más
asequibles por si no conservaban su puesto de trabajo.
MIRANDO AL FUTURO
No
todos ven el futuro con la misma confianza. De entre los consultados
hay quien piensa que los marmolistas forman parte de una profesión en
crisis. Los más optimistas confían en su adaptación a los nuevos
tiempos.
Las grandes piezas de arte funerario que poblaban los
camposantos ya no son tan demandadas como antes. Ahora, las formas para
recordar a los fallecidos se han multiplicado.
Por ejemplo,
Mármoles Artísticos de Aragón cree que su "fuerza" está el diseño libre.
Ellos recogen las ideas de los familiares, las ordenan y las plasman
con la estética que creen más adecuada.
"Una vez vino una chica
que buscaba algo especial. Hacía dos años que había enterrado a su bebé y
no le había puesto una lápida porque no encontraba a nadie que le
fabricase algo distinto", cuenta Abós.
La madre no quería que la
hermana del bebé viera algo trágico en sus visitas al cementerio. "Al
final le hicimos una lápida medio de cuento, con globos de colores y sus
iniciales", explica la marmolista de Zaragoza.
Pese a todo,
Francisco Javier Pardo, por su parte, cree que el sector está "en la
UVI", lo que achaca, entre otras cosas, al auge de las incineraciones.
Muchas veces, las cenizas son esparcidas en el campo o en el mar, y en
el caso de que la familia decida que reposen en un lugar de culto, los
nichos y las lápidas son muy pequeños y con poca ornamentación.
El
empresario alicantino también culpa de la crisis del sector a la
deshumanización de la muerte. "Se está perdiendo la tradición de ir al
cementerio a poner una flor y recordar a un ser querido", explica
Francisco.
Sí hay algo en lo que coinciden todos los marmolistas
consultados por Efe, y es en su petición de una rebaja del IVA en los
servicios funerarios, que actualmente es del 21 por ciento, ya que
consideran que se trata de un servicio indispensable y de alta
necesidad.
Porque estos días "se hace mucho hincapié en el número
de fallecidos, pero nadie se acuerda de lo que supone la factura",
concluyen.
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