La Sociedad
Española de Cardiología (SEC) apoya el uso de anticoagulantes
de acción directa (ACOD) como tratamiento de elección para la
enfermedad tromboembólica venosa (ETEV), siguiendo la línea de las
Guías
de práctica clínica para el diagnóstico y manejo del embolismo
pulmonar agudo, publicadas en 2019 por la Sociedad Europea de
Cardiología (ESC) y la Sociedad Europea de Respiratorio (ERS).
La ETEV se posiciona
como la tercera causa de síndrome cardiovascular agudo, tras el
infarto de miocardio y el ictus. Esta enfermedad incluye la trombosis
venosa profunda (un coágulo sanguíneo que se forma en una vena
profunda del cuerpo, habitualmente en piernas o muslos) y el
tromboembolismo pulmonar (causado por un coágulo que ocluye o tapona
una parte del territorio arterial que va del corazón a los
pulmones). La incidencia anual de la primera, según los registros
europeos de 2019, es de entre 39-115 casos por cada 100.000
habitantes y la de la segunda se sitúa entre 53 y 162 casos por cada
100.000 habitantes.
“En
los últimos años se había observado una tendencia al aumento
progresivo de la incidencia de enfermedad tromboembólica venosa.
Esta tendencia va a sufrir, con toda probabilidad, un incremento
brusco en relación con la pandemia de la COVID-19, ya que se ha
objetivado una asociación clara con un aumento de los eventos
trombóticos”,
apunta la Dra. María Lázaro Salvador, coordinadora del Grupo de
Circulación Pulmonar de la SEC. Por ello es “todavía
más importante y urgente ofrecer a los pacientes el tratamiento
óptimo en cada caso”,
concluye la especialista.
Las opciones
terapéuticas disponibles a día de hoy son:
• Los
antagonistas de la vitamina K
(AVK), acenocumarol-Sintrom- o warfarina –Aldocumar-, requieren
controles periódicos para ajustar las dosis, lo que obliga a los
pacientes a desplazarse a los centros de atención primaria al menos
una vez al mes.
• Las heparinas
de bajo peso molecular
(HBPM) se inyectan por vía subcutánea. El coste es de
aproximadamente 300 € al mes, dependiendo del peso del paciente.
• Los ACODs
(Rivaroxabán, Apixabán, Dabigatrán y Edoxabán) se administran vía
oral, no requieren monitorización para el ajuste de dosis, presentan
menos interacciones farmacológicas que los AVK y su precio es de
unos 85 € al mes.
En el contexto actual
de pandemia de la COVID-19, para evitar desplazamientos al realizar
los controles de los AVK, en el sistema público de salud se ha
priorizado el tratamiento con HBPM sobre los AVK. “Es
importante resaltar que las heparinas suponen un gasto tres veces
mayor que los anticoagulantes de acción directa, el paciente debe
pincharse diariamente y pueden aumentar el riesgo hemorrágico en
pacientes con comorbilidades”,
explica el Dr. Antonio Castro, coordinador del Grupo de Circulación
Pulmonar de la SEC.
“En
comparación con las HBPM, los ACODs son más económicos, más
seguros y pueden reducir la necesidad de hospitalización, ya que
permiten el manejo domiciliario de pacientes con riesgo
bajo-intermedio; además, no requieren monitorización, con lo que
permiten evitar los desplazamientos a los centros de salud inherentes
al tratamiento con AVK, con el potencial riesgo de contagio que
conllevan durante la pandemia”,
concluyen ambos expertos, una opinión con la que coinciden la Dra.
Inmaculada Roldán y el Dr. José Luis Ferreiro, coordinadores del
Grupo de Trabajo de Trombosis Cardiovascular de la SEC.
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