Dama de ElcheEn un escrito que firma la
Sección de Arqueología y Prehistoria de la Real Academia de Cultura Valenciana
(RACV) y que titula ‘El calvario de la dama’ se sostiene que “La Dama tiene actualmente, a pesar de la urna que la protege, una
coloración grisácea muy alejada de la original. Ha perdido casi totalmente los
colores originales que aun la adornaban”.
Ante estas circunstancias se
reclama a Madrid el retorno de la singular escultura: “Su vuelta a Elche se
impone, pero con carácter definitivo. Razones históricas, culturales y sociales
lo avalan, aunque especialmente su salvación”.
En el escrito se considera el
futuro de la dama como un ‘problema mayor’ entre otras cosas por cuestiones
ambientales: “El medio madrileño es fatal para la Dama, como lo es para
otros productos mediterráneos,
hechos con materiales de aquí para este medio. El ejemplo del templo egipcio
montado en Madrid es ilustrativo, está casi desecho”.
Repaso histórico sobre la Dama
El trabajo se ocupa también del
origen, vicisitudes y de las versiones dadas sobre el origen de la singular
pieza arqueológica: “1897 es una fecha importante para la arqueología
valenciana y española, al final de una calle de la ciudad romana de Ilici
Augusta, la Elike ibérica, la Elig (Elche) actual, aparecía, cubierta de
tierra, una escultura ibérica que, tras la destrucción del templo o ámbito
funerario en que estuviere, había sido abandonada y olvidada. Debieron pasar
dos milenios y medio, aproximadamente, para que volviera a ver la luz y hombres
y mujeres volviéramos a recrearnos contemplando una de las más bellas obras que
cincelaron los artistas valencianos anteriores a la romanización y al
nacimiento de Cristo.
Parecía que, tras su hallazgo,
todos los problemas para la escultura se habían terminado. Sin embargo,
comenzaron entonces y persisten en la actualidad.
Comenzó para la pieza labrada
en piedra caliza, arenosa y amarillenta del terreno, un largo peregrinar.
Comprada por un avispado arqueólogo francés, Pierre París, salió
subrepticiamente del país y fue a parar al museo del Louvre, donde permaneció
hasta que se pudo recuperar en 1941 al ser canjeada junto a otros materiales y
devuelta a España, en cuyo Museo Arqueológico Nacional ingresó y
permanece.
Pero no acabaron ahí los
sinsabores. Si repasamos las setenta y cinco citas bibliográficas que hemos
reunido sobre ella observamos que buena parte o cuestionan su cronología o su
naturaleza, e incluso, y lo que es más grave, su autenticidad.
En 1947 sólo se cuestionaba su
cronología o naturaleza, romana para el Dr. García y Bellido, a lo que en 1954
se añadía su condición de hombre joven, es decir un chaval crecido, mientras
que en 1957 el alicantino Francisco Figueras afirmaba que era cartaginés.
Pero en 1954 ya se escribió que
"La Dama de Elche es Isabel la Católica. Data del siglo XV de nuestra Era.
Su autor, Jacobo Florentín murió en Villena en 1526", título de un
artículo aparecido en la prensa de Madrid que provocó contundente respuesta en
Valencia, especialmente por parte de los Drs. San Valero Aparisi y Fletcher
Valls. A pesar de ello todavía se preguntaban en 1955, desde ABC, si era Isabel
la Católica.
En 1975, sin embargo, el
francés Nicolini se preguntaba en París si la Dama de Elche era auténtica, es
decir cuestionaba la validez en sí de la propia escultura y se pensaba en una
falsificación, sobre lo que se ha vuelto últimamente, afirmándose ya, en
artículos, entrevistas e, incluso, en un libro dedicado a ello, la falsedad de
la escultura.
Evidentemente la falsedad ni la
reconoce el Ministerio de Cultura ni la dirección del Museo Arqueológico
Nacional, ya que de aceptarla no tendrían ningún inconveniente en que viajara a
Elche con motivo del centenario de su descubrimiento. Pero tampoco la aceptamos
la comunidad científica, y no por meras razones sentimentales y de creencias,
sino como producto de razonamientos apoyados en documentación histórica.
La Dama apareció al final de
una calle en cuya pavimentación se habían utilizado otros muchos restos
escultóricos de factura, estilo y naturaleza similares a los de aquélla,
procedentes de un templo inmediato datado en época ibérica antigua, en el cual
desempeñó, la cuestionada escultura, algún papel sacro.
Otrosí (como muy bien dice el
ilicitano Enrique de Diego): Los elementos del ornato personal, del vestido, el
tipo de piedra, la factura, el estilo son los propios de la estatuaria ibérica
del periodo orientalizante de la misma, sin que nada desentone o resulte
extraño o impropio, desconocidos en el siglo XV e, incluso, en el momento de su
descubrimiento, imposible la falsificación. Su autenticidad es, pues, incuestionable”.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia