Un investigador de Fisabio en una imagen publicada por la institución en sus redes sociales. EFE.
Investigadores de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (Fisabio), el Hospital General Universitario de Elche y de la Universidad de Guadalajara (México) han descrito en modelos animales cómo los ácidos biliares alteran la composición de la microbiota intestinal (bacterias que habitan el intestino) y pueden contribuir al daño hepático.
Este mecanismo, desconocido hasta ahora, es importante para prevenir y tratar enfermedades inflamatorias intestinales o la cirrosis hepática, según un comunicado de la entidad investigadora.
"Con el análisis de la microbiota intestinal, empleando para ello técnicas de secuenciación masiva, hemos podido averiguar cómo estos microorganismos son modulados por los ácidos biliares y cómo su ausencia en el intestino favorece el crecimiento de microorganismos patógenos", resalta Antonio Galiana, investigador principal del estudio.
Los ácidos biliares son moléculas que el hígado secreta y que se liberan en el intestino. En concentraciones normales, actúan como un detergente y facilitan la absorción de las grasas pero cuando el conducto biliar se obstruye, por ejemplo a causa de un cálculo, la bilis se acumula en el hígado y en el torrente sanguíneo en lugar de llegar al intestino.
Este cuadro, denominado colestasis (disminución o interrupción del flujo biliar), trastoca el equilibrio natural que existe en el intestino entre las bacterias perjudiciales y las beneficiosas. Cuando los ácidos biliares no llegan al intestino, las bacterias patógenas van ganándole terreno a las bacterias beneficiosas (Lactobacillus, por ejemplo), que se ven mermadas en número.
Si se altera el equilibrio en la composición de la microbiota intestinal pueden desencadenarse enfermedades gastrointestinales, y también hepáticas, según las fuentes, que señalan que una microbiota intestinal dominada por bacterias patógenas como Helicobacter, Turicibacter o Streptococcus puede derivar en infecciones intestinales.
Además, como la barrera mucosa intestinal está inflamada, las bacterias lo tienen más fácil para llegar al hígado. Esta traslocación bacteriana puede degenerar en cirrosis hepática (cicatrización o fibrosis del hígado).
Por eso, el modelo experimental que los investigadores han trabajado en ratas "es muy valioso para entender cómo alteraciones en la biota intestinal pueden desencadenar y condicionar la progresión de varias enfermedades gastrointestinales y hepáticas", indican los investigadores.
El siguiente paso es explorar la modificación selectiva de la microbiota con fines terapéuticos, según Galiana, que destaca que estos estudios "permitirán en el futuro desarrollar nuevos tratamientos para manipular el microbioma intestinal humano con el fin de mantener ese equilibrio de microorganismos que habitan en nuestro intestino y prevenir enfermedades y mejorar la salud humana".
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