Susana Gisbert. EPDA
Uno
de los recuerdos más machacones de mi infancia era la vuelta del fin de semana
en caravana, en un coche sin aire acondicionado –que, por supuesto, no existía
ni echábamos de menos- con la radio a toda pastilla, retransmitiendo los partidos
de fútbol de toda la geografía española y de todas las divisiones, aderezados
con los resultados de la quiniela. A diferencia de lo que ocurre ahora, aire
acondicionado aparte, se escuchaba el fútbol porque mi padre lo decía y a nadie
se le hubiera ocurrido discutir. Era lo que había. Una tortura que formaba
parte del domingo al igual que la paella familiar o la playa.
Ya
hace tiempo que me rondan esos recuerdos. Y no porque me haya puesto
especialmente nostálgica, sino porque algo me lo ha recordado. En la forma,
aunque el fondo nada tiene que ver.
Desde
que empezó la dichosa nueva normalidad, las cadenas de televisión retransmiten
los rebrotes como si se tratara de la más emocionante jornada de la Liga. “Y
ahora conectamos con nuestro corresponsal en el pueblo X, donde los contagios
han aumentado de un modo alarmante, tanto que si siguen así no podrán evitar su
descenso a la Fase 1”.
Luego conectan con la ciudad Y, donde se jactan de la gran remontada en el número
de contagios. Y de vez en cuando, como si de la quiniela se tratara, los
resultados de los distintos partidos que cada población juega contra el
coronavirus.
Por
supuesto, las tarjetas rojas tampoco pueden faltar, y no perdemos detalle de
multas por botellones, por no llevar mascarilla o por cualquier otra de esas
imprudencias que pueden resultar fatales. Suma y sigue.
Lamento
parecer algo insensible, pero es la impresión que me da. Escuchando el modo en
que se aborda el tema, cuesta recordar el reguero de muertos y de tristeza que
esta pandemia está dejando, aunque a veces parezca que ya no nos impresiona.
Ya
hablé en otra ocasión del exceso de información sobre el tema, especialmente
cuando el confinamiento nos tenia muchas horas pegados al televisor, e insisto
en que hay que lograr el equilibrio entre la información y la sobre
información. Y, por añadidura, evitar que parezca un espectáculo.
Pero
es lo que hay, según veo. Así que solo nos queda esperar el momento en que se
cante gol, que en este caso será la vacuna. Esperemos que no haya que jugársela
a penaltys. Y, por descontado, que este campeonato acabe lo más pronto posible.
SUSANA GISBERT
Fiscal
(twitter @gisb_sus)
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