Francesc Gamero La llegada a la conselleria de Hacienda del número 3 de la vicepresidencia de Mónica Oltra no ha pasado inadvertida. Niega ser un topo. No le gusta el Fla, por poco objetivo y por convertirse en un instrumento del gobierno central de turno para quedar bien con las autonomías, especialmente si son de su mismo signo político, como ocurre aquí. Afea a Sánchez su “falta de voluntad política” para mejorar nuestra financiación y advierte: “Nuestra posición para una hipotética investidura del candidato socialista en la que necesite nuestro apoyo será más dura”.
Vaticina un mejor resultado electoral de su formación del que avanzan las encuestas y aclara que son “mucho más que Mónica Oltra, una líder fundamental”. Advierte: “Somos un partido de gobierno y no de oposición y nos queda vida para rato”.
Reclama una reflexión para equiparar los sueldos de los políticos a los de los cargos intermedios de las empresas, defiende la nueva política y la limitación de mandatos como sucede en EEUU: sin normas escritas sino por decisión personal.
¿El Fla es un instrumento electoral?
Es una de las armas del gobierno de España para quedar bien con las comunidades autónomas y si es de tu signo político, es verdad que se tiene más predisposición. En 2015, Mariano Rajoy lo hizo con Fabra y en este momento, Pedro Sánchez lo hace con Ximo Puig, en víspera electoral en ambos casos. El problema fundamental es que el Fla no es muy objetivo, no tiene un calendario claro y depende de la decisión discrecional del gobierno, que tiene margen.
¿Estamos condenados al Fla mientras sigamos sin un nuevo modelo de financiación?
En efecto. Al Fla y a los anticipos del Estado a cuenta de la liquidación. Cuando se cierra un ejercicio, no recibimos lo que nos corresponde hasta finales del año siguiente. Y mientras tanto, para ir pagando, el Estado funciona con anticipos, que siempre son insuficientes. De hecho, en nuestro caso, siempre nos sale a devolver. Ha faltado voluntad política para reformar el modelo de financiación, igual que en otras áreas, porque Pedro Sánchez no se ha caracterizado por asumir grandes reformas para el país. Ha preferido desarrollar más una política de gestos y a veces de propaganda que de medidas reales. De hecho, a los pocos días de ser investido presidente del Gobierno, a preguntas de nuestro diputado Joan Baldoví, la ministra ya respondió que no había tiempo de reformar la financiación así que no estaba dentro de las prioridades del PSOE.
¿Hay solución?
En la financiación, el problema es que nadie quiere ceder: ni el Estado está dispuesto a poner más dinero ni las comunidades autónomas favorecidas por el sistema están por la labor de ceder. Hay que recordar que, salvo las pensiones y la Seguridad Social, todo el Estado del Bienestar está transferido a las autonomías.
Las encuestas sitúan al PSOE al alza y es precisamente ese partido el que ha vuelto a bloquear la reforma.
La sociedad no es consciente de lo que supone la infrafinanciación autonómica y tampoco de qué responsabilidad asume cada gobierno. Por ejemplo, a Oltra le preguntan por el asfaltado de las calles de València. 40 años de autonomía no son tantos y a veces hay que desmontar el argumento de que los territorios empleamos el dinero para lanzarse a aventuras.
Ahora una pregunta obvia, ¿para qué sirve la financiación?
Son los ingresos con los que pagamos nuestros servicios públicos, que son tan importantes como los colegios, institutos, centros de salud, hospitales, dependencia…
¿No pagaremos la deuda nunca?
En efecto. Una deuda en la que el avalista es el mismo que el acreedor, acabará extinguiéndose y, de hecho, es lo justo porque una parte muy importante deriva de la infrafinanciación. Sistemáticamente no se han cubierto nuestros servicios básicos. El Estado estaba poco desplegado en la Comunitat Valenciana en los años 70 y cuando se hicieron los cálculos de cada servicio, no eran correctos. Por ejemplo, Galicia consiguió que se contemplara la ruralidad o las Castillas, la dispersión.
¿Es Gamero un topo de Oltra en Hacienda?
Compromís, por el mestizaje, tiene secretarios autonómicos en todas las consellerias donde hay un conseller socialista. Tanto en las direcciones generales de Inclusión como de Transparecencia, Compromís ha sustituido a las personas que integran las candidaturas electorales por otras, exactamente igual que se ha hecho en Hacienda. Nadie es topo de ningún partido político y mi voluntad, desde luego, es integradora.
¿Han sido efectivos en Hacienda estos años?
Sí. Hacienda era un reto y había mucho margen para mejorar la gestión y esto es mérito del conseller Soler y su equipo y de Clara Ferrando. Hemos acertado porque hemos saneado las cuentas, pagamos a tiempo a los proveedores y hemos aprobado los presupuestos.
¿Compromís se arrepiente de haber apoyado la moción de censura?
Estábamos en una fase previa porque Rajoy no podía seguir un minuto más como presidente. Siempre pensamos que Sánchez sería más activo en las reformas y nos sorprenden los viernes sociales para compensar vía decreto ley.
En unos días votamos en elecciones generales y Sánchez podría necesitar a Compromís. Aunque sea política ficción, ¿qué exigirá su formación?
En este momento, aquella urgencia del cambio de gobierno no existe y nuestra posición será más dura. La financiación autonómica será clave, al igual que las inversiones en los Presupuestos Generales del Estado. También la liberalización de la AP-7, en la que nos preocupa la posición nada clara del ministro de Fomento, el valenciano Ábalos. Parece que los valencianos somos los únicos que tenemos que pagar nuestras autopistas, como aquel señor que se pagaba sus trajes. Esto no ocurre prácticamente en ningún lugar de España.
Algo haremos mal como sociedad.
Obviamente y debemos hacer una reflexión. La manifestación de noviembre de 2017 fue un buen síntoma pero nos falta más cohesión y mantener una agenda mínima de todas las fuerzas políticas. En Extremadura, el gobierno socialista se ha movilizado pidiendo mejoras en sus trenes frente al también gobierno socialista de Madrid pero eso no ocurre aquí nunca, ni cuando gobiernan PP ni PSOE.
¿Tampoco con Ximo Puig?
No. El PSPV no ha renunciado a la financiación pero priman las cuestiones estatales sobre nuestras reivindicaciones.
¿Por qué a Compromís no le vino bien el adelanto electoral?
Porque no tenía como finalidad singularizar la agenda valenciana sino que era un cálculo electoral de Puig, legítimo en democracia, pero que buscaba el contexto más favorable para su partido.
¿Y lo será?
Lo veremos. Compromís es especialista en ir contra viento y encuestas. Hace 4 años nos daban la mitad de diputados y conseguimos el doble. El panorama está muy abierto y las empresas demoscópicas tienen problemas para captar el voto de Compromís.
¿Les molesta la insistencia del PSOE de querer pactar con Ciudadanos?
No lo entendemos porque el Botànic ha funcionado muy bien con más de 5.000 acuerdos por unanimidad, salvo uno, que fue el adelanto electoral. Lo lógico es reeditarlo. Ciudadanos en 2015 era un partido más centrado y ahora se acerca más a Vox. He de decir que estas manifestaciones se hacen más desde el PSOE que desde el PSPV.
¿A qué responde el eslogan Presidenta de la candidata Mónica Oltra?
Quien se presenta a unas elecciones lo hace para ganar y si nosotros somos los más votados en el bloque de la izquierda, habrá Botànic con seguridad.
¿Compromís es un partido de gobierno o de oposición?
Es de gobierno y tenemos una larga trayectoria en los ayuntamientos. Nosotros estamos acostumbrados a pisar calle.
¿Es más que Oltra?
Mucho más. Oltra es una persona con un liderazgo fundamental pero hay Compromís para rato.
¿La gestión de menores ha sido un desastre?
En absoluto porque partíamos de un abandono, sin red familiar. Y nos encontramos con una llegada masiva de menores no acompañados y ha faltado política de reacción que debía haber coordinado el Estado de forma más intensa.
Cuando estaban en la oposición, señalaron al PP por despiezar contratos y asignar contratos sin concursos y es una práctica que también ha empleado la formación de Oltra ¿Una cosa es estar en la oposición y otra en el gobierno?
El PP llevó a Oltra y a mí mismo a la Fiscalía simplemente por aplicar medidas de urgencia que da el Derecho Administrativo y se vio que no había caso. El PP prefiere jugar a la confusión en vez de actuar como partido de gobierno e intenta meter a todos en el mismo saco de la corrupción.
Ese camino lo inició Alarte en el PSPV y lo continuó Compromís. ¿La judicialización pervierte el sistema?
Obviamente es un riesgo que asumes. El PP lo ha intentado a lo largo de la legislatura, sobre todo en el Ayuntamiento de Valencia, y no lo ha logrado. En estos momentos, la Fiscalía Anticorrupción dispone de más medios y la sociedad tiene una mayor sensibilidad y en aquel momento sólo estaba la Intervención, sin Transparencia ni Agencia Antifraude.
El famoso Ritaleaks que presentaron Oltra y Ribó en víspera electoral de 2015 se archivó. ¿Compromís está arrepentido de la oposición que se ejerció sobre Rita Barberá?
No porque poco a poco se está demostrando que la gestión del PP, sin señalar a todo el mundo, era muy mejorable. Ahora vemos otro caso en el Ayuntamiento de Valencia, que no tiene nada que ver con el pitufeo, pero con personas muy próximas a ella. A lo mejor en aquel momento no acertamos el tiro pero al parecer algo había.
¿Hay nueva política?
Totalmente. Una de las cosas que más sorprendió a los funcionarios de Educación fue que el conseller, Vicent Marzà, bajara a la cafetería e hiciera cola para almorzar. Las formas han cambiado con una proximidad total y la eliminación de fastos. Antes todos los consellers llevaban guardaspaldas y ahora, únicamente los que decide la Policía Autonómica. Tampoco hay dietas, porque consideramos que comiendo no se trabaja.
¿Hay desafección ciudadana?
En las democracias maduras, como la nuestra, la ilusión ha pasado pero no está suficientemente asentada como para que la gente tenga una cultura participativa. Ha habido ejemplos poco edificantes y en los peores momentos de la crisis, la sociedad no ha sentido que los poderes públicos estaban a su lado. Debemos transmitir que estamos aquí para servir y no para servirnos.
¿Están bien pagados los políticos?
Uno no está en política por lo que cobra sino por el servicio público. Es impopular decirlo pero en la Generalitat quizás no se esté bien pagado. Cuando eres funcionario, a poco que tengas antigüedad, no te compensa ser director general y se da la paradoja de que el subdirector, que es funcionario y tiene mucha menos responsabilidad, cobra más que tú. Hemos de reflexionar como sociedad porque en función de lo que pagues a los políticos, tendrás un tipo u otro de políticos. Me consta que el president Puig intentó fichar a algunos altos funcionarios del Estado y no lo logró.
El sueldo de los políticos debe ser razonable y proporcional al nivel de la sociedad, por ejemplo, asimilable a cargos intermedios de una empresa, como los directores de oficinas de banco.
¿Hay que limitar los mandatos?
Depende del cargo político. No es lo mismo un concejal de València que uno de Vistabella del Maestrat, donde se ejerce prácticamente un voluntariado. En EEUU es una norma no escrita en la política americana porque Washington no se presentó a un tercer mandato y cuando Roosevelt lo superó, se hizo una enmienda en la Constitución para legislarlo. Es decir, durante 170 años no hizo falta norma alguna. Muchas veces en Europa y en España creemos que todo se arregla legislando y es un error porque es mejor cambiar las conciencias de la gente. Lo mejor sería que supiéramos el momento en que tenemos que dejar paso.
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