Héctor González Empezamos un verano marcado por la incertidumbre y, con él,
nos sumergimos en una temporada turística de impredecible resultado. ¿A qué
destinos podremos ir? ¿Habrá rebrotes? ¿De qué presupuesto dispondremos ante la
crisis económica que múltiples agoreros nos anticipan y cuyos primeros aleteos
ya estamos sufriendo?
Las dudas son muchas. Y una de las preguntas más habituales
antes de hacer cualquier reserva consiste en “¿hasta cuándo puedo anularla?”.
En esta coyuntura cada cual hace sus apuestas. Algunas
familias optan por la clásica casa rural, una garantía de tranquilidad y distanciamiento
que este año ha aumentado su ya habitual elevada demanda, sobre todo en
destinos del norte de España. Otras buscan acomodo en dos apuestas también
tradicionales: apartamentos de playa y retorno estival al pueblo de los
ancestros.
Son las soluciones más ´fáciles´, únicamente por detrás de
la de quedarse en casa este verano y limitarse a excursiones puntuales, a disfrutar
de la compañía de amigos y conocidos o, simplemente, a esquivar la calina que
se presupone refugiado en el dulce o aburrido hogar, según como se mire.
Las alternativas más complicadas se centran en aquellas que
comportan vuelo y entrada en otros países, principalmente de fuera de la Unión
Europea. En este caso la incertidumbre se eleva por saber si las fronteras de esas
naciones estarán expeditas, si existe mayor o menor riesgo de contagio que en
la nuestra, si los vuelos se mantendrán con las previsiones de hace medio año….
Cuando preguntas o comentas, te insisten en que este año es
de turismo nacional. Por prudencia y por apoyar la industria propia. Ya, pero…,
si existe una época del año en la que dar rienda suelta a un mínimo y
controlado sentido de la imprudencia esa es la de las vacaciones de verano. ¿No
hablan del placer de la aventura por el riesgo que comporta? ¿Por los
imprevistos que puedan surgir?
Y en cuanto al turismo nacional, me encanta recorrer España
y descubrir los incontables lugares con encanto de los que puede presumir.
Disfruto paseando por los municipios de la Comunidad Valenciana. Ambos son
motivos para quedarse en la propia patria, como la “prudencia” a la que aludió
el molt honorable president Ximo Puig para no pedir el pase a la fase 3, en su
momento.
No obstante, la Comunidad Valenciana y, en general, España,
están a tiro de piedra. O de un día de coche en el más alejado de los destinos.
El verano da pie a algo que no suele suceder el resto del año: a disponer de un
mayor número de días de vacaciones que nos permitan afrontar retos
supranacionales.
En definitiva, que cada cual haga lo que pueda y las
circunstancias le permitan en estos meses de julio y agosto. En estas tórridas
semanas en las que el complemento indispensable de la mascarilla nos hará sudar
algo más de lo habitual. Esperemos que la incertidumbre se disipe lo antes
posible, por el bien de viajeros y trabajadores del turismo. Ante este
escenario únicamente me queda desear al lector que tenga un feliz verano.
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