PLAYA DE VALENCIA. Ceferino Araujo Sánchez. 1862
José Aledón El Cap de França o Cabo de Francia fue una antigua partida – hoy barrio del distrito Poblats Marítims - ubicada entre el Cabanyal y la Malva-rosa. Ya se la menciona en documentos oficiales de finales del siglo XVIII. Así, en un plano alzado a raíz del incendio de un importante número de barracas en el Cabanyal en 1796 se describe el caserío del Cap de França, compuesto por ochenta y cuatro viviendas más la ermita de Ntra. Sra. de los Ángeles.
Dice uno de sus primeros descriptores: “Al otro lado de la acequia, cuyo nombre no queremos repetir – también se llama de los Ángeles [su nombre popular era “Pixavaques”] – se extiende el vecindario del Cap de França, constituyendo un poblado marítimo muy típico, porque se refugiaron en él los más genuinos pescadores, particularmente los del Bou [modalidad de pesca llamada del Bou], separados de la colonia veraniega, a la que no convenía vivir tan lejos del camino nuevo del Grao” (J. Martínez Aloy “Geografía General del Reino de Valencia”. Barcelona, 1920-1927, p. 880). También lo menciona Blasco Ibáñez en “Flor de Mayo”.
Sus límites actualmente son, por el sur la calle Pintor Ferrandis y por el norte la Avda. dels Tarongers.
Sus primitivos habitantes, efectivamente, poco o nada querían saber de aquella incipiente y modesta industria turística que, junto con la pesca, los trabajos portuarios y el contrabando, practicaban muchos de sus vecinos del Cabanyal y el Canyamelar alquilando cada verano sus barracas a familias de Valencia durante la temporada de baños, sobre todo a partir de la puesta en servicio de la línea de ferrocarril de Valencia al Grau en 1852.
Ellos vivían por y para la pesca, actividad que compartían con sus mencionados vecinos pero con plena dedicación, alternando, como mucho, las redes con algún que otro alijo.
Como muy acertadamente escribe Martínez Aloy en la citada obra: “Pusiéronse de acuerdo los tres barrios en el año 1837 y constituyeron un lugar con municipio propio denominado Pueblo Nuevo del Mar”.
¿Cuál es el origen del topónimo? No se sabe, habiendo interpretaciones para todos los gustos, por lo que no nos privaremos de aportar una “nueva” hipótesis, tan verificable o falsable como todas las demás, para lo cual analizaremos los elementos principales de ese peculiar nombre: Cabo de Francia, también conocido a veces como Punta de Francia e incluso como Puerto de Francia.
¿Se trataba de un accidente geográfico (cabo, punta)? Nos atrevemos a decir que sí, incluso inclinándonos más por la segunda que por el primero, pues según el Diccionario de la RAE, la décima acepción de “punta” es: “Lengua de tierra, generalmente baja y de poca extensión, que penetra en el mar”. Hay testimonios literarios y gráficos que lo confirman. Así, leemos al jurista y erudito valenciano de la primera mitad del siglo XIX, José Mª Zacarés en la revista “El Fénix” del 19 de septiembre de 1847: “Pero cuando, sea el motivo el que se quiera, contra el dictamen y observaciones de los peritos y conocedores de este golfo, se acordó formar el puerto en el sitio en que aun ahora se persiste, desentendiéndose de hacerlo, o bien sobre la lengua de arena que se introduce en el mar desde las montañitas llamadas de Alegre frente la alquería de la Cadena, o a la embocadura del Guadalaviar en concepto de Darcena [sic], y en ambos sentidos de facilísima ejecución, como lo inculcamos en nuestro artículo del Puerto del Grao, aquel elemento se fue retirando y dejando en seco la inmensa playa que se acrece diariamente…”. Ahí tenemos la “lengua de arena que se introduce en el mar” y las “montañitas [posiblemente dunas] llamadas de Alegre frente a la alquería de la Cadena”, lugar antaño inmediato a la actual Avda. dels Tarongers entre la calle de la Reina y la playa, cosa que confirmarán quienes ya peinan canas, pues hubo hasta no hace demasiados años una estación del ferrocarril de vía estrecha llamada precisamente La Cadena, nombre también de la acequia que, empobrecida, aún discurre bajo la citada avenida.
El testimonio gráfico lo aporta el polifacético crítico y artista santanderino Ceferino Araujo Sánchez (1824-1897) con la litografía titulada “Playa de Valencia” que presentó a la Exposición Nacional de 1862, actualmente depositada en la Sala Goya del Museo de la Biblioteca Nacional.
El otro miembro de la toponímica ecuación: “de Francia” es el más escurridizo y misterioso, siendo para quien esto escribe, muy plausible la hipótesis del ya citado Zacarés, publicada en “El Fénix” del 12 de septiembre de 1847 y a la que no se le ha hecho ningún caso, sobre todo por el trabajo y coste que su verificación exige. Dice nuestro hombre: “cuyo tercer distrito, que se extiende hasta la alquería llamada de la Cadena, es conocido con el nombre de Pòrt de França, denominación que tal vez ha debido a antiguas reminiscencias entre sus primitivos habitantes, familias pescadoras y la colonia establecida en la costa de Provenza en Francia, de origen catalán y valenciano, dedicada aun hoy día a la industria de la pesca…”. El autor se refiere a la Badia dels Catalans o Cala dels Catalans en las inmediaciones de Marsella, colonia de pescadores catalanes y valencianos establecida en virtud de los varios pactos de familia borbónicos (sobre todo el firmado en 1761) que permitían, entre otras muchas cosas, faenar a pescadores franceses en la costa mediterránea española y a españoles en la francesa. Buen campo para una buena tesis doctoral, siendo el profesor Daniel Faget un referente indispensable.
El Cap de França sigue siendo hoy el barrio más genuinamente marinero de los tres que componían el antiguo Pueblo Nuevo del Mar, guardando celosamente sus naturales los secretos que la mar (así, en femenino) sólo revela a quienes la aman y se le entregan sin reservas como lo hicieron sus antepasados.
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