SANTA POLA (ALICANTE), 27/11/2022.- Una pasarela para peatones y bicicletas de 4 kilómetros de longitud es el sueño loco e imposible de los poco más de 70 vecinos de la isla de Tabarca (Alicante) que, para su disgusto, siguen un año más sin una conexión de transporte público regular por barco con la península que facilite hábitos tan cotidianos como trabajar, hacer la compra, ir al médico o atende Situada frente a Santa
Pola aunque dentro del término municipal de Alicante, los 0,3 kilómetros
cuadrados de superficie convierten a Tabarca en la isla habitada más pequeña de
España y la única con vecinos durante todo el año en la Comunitat Valenciana,
la mayoría de avanzada edad porque los más jóvenes carecen de una conexión
marítima regular y diaria con horarios adecuados para una movilidad compatible
con la vida laboral en la otra orilla.
Entre el otoño y
primavera hay pocas conexiones que unan este enclave natural privilegiado con
Santa Pola o Alicante y solo con la llegada del buen tiempo se multiplica la
población, especialmente durante el verano, y hay más posibilidades aunque
normalmente a precio de turista y no de servicio público.
Esta situación ha
empujado a algunos de los habitantes de la isla a plantearse, no sin cierta
sorna, a soñar con el irrealizable proyecto de una pasarela de 4 kilómetros de
longitud que, a falta de un estudio al detalle, calculan que podría costar unos
250 millones, a razón de 10.000 euros el metro cuadrado multiplicado por 1,25
por gastos indirectos.
En una entrevista con
EFE, la presidenta de la asociación de vecinos Isla Plana de Tabarca, Carmen
Martí, ha explicado que la pasarela nunca ha llegado a ser un proyecto serio
pero sí que lo han barajado "medio en broma" como consecuencia de que
llevan demasiado tiempo clamando por un barco con conexiones diarias para poder
hacer una vida "normalizada".
Las últimas reuniones
con la conselleria de Política Territorial, Obras Públicas y Movilidad de la
Generalitat para lograr tres barcos al día (a las 7, 12 y 18.30 horas) han
sido, igual que las anteriores, " decepcionantes" por la falta de
avances. Y pese a las buenas palabras sobre un arreglo futuro, los vecinos no
ven a corto plazo una solución para atender su derecho a la movilidad, como sí
ocurre con el resto de pequeñas agrupaciones urbanas valencianas.
La pasarela o incluso
un túnel podrían ser una solución como ocurre en islas de países nórdicos, ha
indicado con ironía Martí, quien sabe que plantearlo formalmente sería
"disparatado" y "una locura porque costaría demasiado
dinero".
"Pero queremos
dejar de estar aislados de una vez por todas y pasar a disponer de las mismas
comunicaciones que tienen en cualquier otro sitio" ya que, ha insistido ya
muy en serio, los habitantes del islote se sienten "olvidados por la
Administración".
Tabarca se mira en el
espejo de la isla canaria de La Graciosa, que hace 16 años logró enlaces
diarios con Lanzarote con un precio para el turista y otro subvencionado para
residentes y trabajadores, lo que propició una mejora de la calidad de vida y
triplicar la población, de 200 a 600 personas, incluso abriendo un colegio de
primaria y varios comercios.
Esta justa
reivindicación ha sido apoyada por el síndic de Greuges (defensor del pueblo
valenciano), Les Corts Valencianes, que aprobó por unanimidad en 2018 una
proposición no de ley y el ayuntamiento de Alicante con una declaración
institucional que urge al Gobierno valenciano a financiar el servicio público
de transporte.
La isla se halla en un
enclave privilegiado de aguas cristalinas dentro de la reserva marina más
antigua de España, de 1986, con la mitad de las especies de flora y fauna
mediterráneas (unas 7.000) en 1.400 hectáreas sumergidas, muchas de praderas de
posidonia oceánica.
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