Isabel Bonig Preocupa la situación por el agravamiento de la pandemia en nuestra Comunitat. No solo por el incremento de los casos registrados sino, sobre todo, por las contradicciones en los mensajes que lanza en las últimas jornadas un Puig desnortado. Los valencianos no queremos más mentiras. Pedimos certezas. Estamos cansados de tantas ocultaciones, engaños y propaganda que solo genera desconcierto y alarma en la sociedad valenciana. Hasta hace tres días, Puig decía que aquí estábamos mejor que en otros lugares de España. Pero ahora, de pronto, se disparan los casos de contagio y las hospitalizaciones, decretando el toque de queda. No se trata de inquietar más en estos momentos, pero queremos saber qué está pasando porque somos la autonomía que menos PCR hace de toda España, la que desatiende una atención primaria colapsada, maltrata a los MIR, tiene las urgencias congestionadas o las residencias abandonadas.
Ante la actual evolución, necesitamos conocer los datos reales de la evolución y qué medidas baraja el gobierno de Puig para hacerle frente al virus. Porque los daños ya padecidos son tremendos no solo en el ámbito sanitario sino también a nivel social, laboral y económico. Pero aun así, todavía podrían agravarse más con la segunda ola si no nos anticipamos para amortiguarlos con medidas serias, sin parches, para no ir a rebufo. Puig no sólo no está dando soluciones a los problemas que van surgiendo, sino que incluso los provoca con su inacción o con decisiones equivocadas como la reversión del Hospital de Torrevieja.
El Consell debe ayudar a todos aquellos sectores que se van a ver limitados en su actividad y que han venido mostrando una actitud ejemplar en toda esta pandemia. Es cuestión de prioridades. A nadie se le escapa que es más importante ayudar al sector económico valenciano, a los autónomos y las pymes que aumentarse el número de asesores, cambiar la normativa electoral para intentar aferrarse al poder o, por ejemplo, crear la Agencia de la energía o el Instituto Valenciano de Estadística.
No podemos seguir de brazos cruzados. El desconcierto de Puig en esta segunda ola hace que actúe como un boxeador noqueado que va dando tumbos de lado a lado del ring sin saber qué hacer. Nos jugamos mucho y parece que no hay nadie al volante. Lo peor es que ni siquiera se deja ayudar. Desde el PPCV seguimos ofreciendo nuestro apoyo proponiéndole un plan sanitario, social y económico para salir de esa situación. Queremos sumar.
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