Juan Benito Rodríguez Manzanares El
día 28 de diciembre se celebra en España y Latinoamérica el Día de los
Inocentes, en el que las diferentes culturas de los países y, dentro de
ellos, las ciudades que lo celebran, le dan su carácter especial, festivo y
atractivo para nativos y foráneos.
Esta
fiesta nos trae cada año la celebración de un hecho que, realmente, no fue
divertido ni estuvo entroncado con una gran fiesta.
El
Día de los Inocentes viene a recordar un hecho hagiográfico de la
religión cristiana provocado por el rey Herodes I el Grande (ca. 74 a. C. - 4
a. C.), pasaje de la historia recogido en la biblia, como la matanza de los
niños menores de dos años con el fin de matar al recién nacido Jesús de
Nazaret, el cual estaba predestinado a ser el Rey de los Judíos
y que, con el paso de los años fundaría una de las cuatro religiones
monoteístas más grandes de la historia, el cristianismo.
El
día destinado a recordar este cruel y brutal hecho es el día 28 de diciembre,
aunque cabe apuntar que esta matanza, según el Evangelio de Mateo, que es el
primer libro del Nuevo Testamento dentro de la Biblia, debió acontecer después
de la visita de los Reyes Magos de Oriente (cuya existencia también daría pie
para un artículo), al rey Herodes I el Grande, es decir sobre el 7 u 8 de enero
y no el 28 de diciembre.
Pero
como ocurre con otras fechas relacionadas con las Sagradas Escrituras y con
Jesús de Nazaret, no se tienen los datos necesarios y suficientes para afirmar
que dicha matanza ocurrió o no ocurrió el citado día.
Además,
ningún historiador de la época hace referencia a esta matanza y, como caso
extremo cabe citar al historiador judeorromano Tito Flavio Josefo
(ca. 37 - ca. 100), nacido como Yosef ben Matityahu, el cual en su libro
«Antigüedades judías», escrito sobre el 93 o 94, presentó a Herodes I el Grande,
como un ser patológicamente enfermo por el poder, pero, curiosamente, en ese
libro no hay ni una sola palabra sobre la matanza de niños que, supuestamente,
ordenó el rey Herodes I el Grande.
Además,
tenemos que si Herodes I el Grande murió el 4 a. C. no pudo ordenar la matanza
de los niños para matar al Niño Jesús, pues este nacería el año 1
a. C. apenas seis días antes de que comenzara el año 1 de nuestra era. Aunque
las últimas tendencias apuntan a que Jesús nació el 5 o 6 de nuestra era, así
pues, hay una significativa diferencia de años entre un evento y otro, es por
ello que hay una corriente dentro de los historiadores que apuntan a que esta
matanza nunca tuvo lugar y la sitúan en el plano de la leyenda y no en el plano
de la historia.
Mas,
¿cómo un día en que se recuerda algo tan trágico, real o imaginario, acabó
siendo un día de celebración de todo tipo de bromas, ya sean ligeras o pesadas?
Pues
hay que comenzar por comentar que hay quien apunta que además de este pasaje
bíblico, esta fiesta está muy ligada a la imposición el nuevo credo cristiano
en las fiestas paganas como las Saturnales, que era una
importante fiesta romana en la que había un sacrificio en el Templo de Saturno,
de ahí su nombre, seguido de un banquete público y un intercambio de regalos.
Esta
celebración acontecía entre del 17 de diciembre y el 2 de enero y en la misma
se respiraba un ambiente festivo y carnavalesco subvirtiéndose el orden normal
de las cosas diarias. Esto llevó a que en la Edad Media el pueblo eligiera uno
de ellos para que, simbólicamente y por unas horas, ostentara cargos de
relevancia en la jerarquía gubernamental y desde el mismo gastara bromas a
todos los demás y, durante su «mandato», dictaba leyes absurdas que todos
debían cumplir, implicando tales leyes algunos pequeños y no tan pequeños
abusos. Y con el devenir de los años, siglos, se terminó por elegir el día 28
de diciembre, día en que se mataron a multitud de niños inocentes, derivando en
lo que hoy en día conocemos como el Día de los Inocentes.
Entre
los lugares de España donde esta celebración tiene una especial connotación,
cabe reseñar a Jalance, un municipio de Valencia, que celebra la Fiesta
de los Locos, la cual se celebra desde el siglo XVII, y como ocurría en
la Edad Media, unos jóvenes con extrañas ropas, ostentan el poder durante unas
horas.
En
Fraga, un municipio de Huesca, es muy habitual ver a los jóvenes lanzándose
huevos los unos contra los otros, como si se entablara una especie de guerra entre
grupos de amigos de diferentes peñas o entidades.
En
Tremp, un municipio de Lérida, se cuelga un muñeco gigante de papel del
campanario de la población y tras un pasacalle, se le canta para que baje y así
poderlo quemar.
En
Ibi, un municipio de Alicante, se celebra el Dia dels enfarinats
(Día de los Enharinados), que incluye una gran batalla campal en la cual su
munición principal es la harina. Dos bandos compuestos por catorce personas luchan
por hacerse por el poder durante unas horas. Un bando representa al poder
oficial y el otro a la oposición.
Ya
fuera de España, en México se le suelen ofrecer de todo al Niño Jesús, desde
prendas de vestir hasta dulces. Y sobre la medianoche se suelen gastar bromas
pesadas, denominando «Inocente» a la persona que recibe la broma.
En
El Salvador, en el municipio de Antiguo Cuscatlán, la iglesia católica está
dedicada a los Santos Niños Inocentes, siendo la fiesta patronal
de la ciudad y, las personas provenientes de cualquier parte del país, llevan
imágenes de niños adornadas de diferentes formas como exvoto y, en
agradecimiento por haber recibido algún favor.
E
incluso en países no latinos también tienen un día similar en el que se gastan
bromas y la locura se instala en la sociedad por unas horas, aunque no coincide
con el 28 de diciembre, sino que en muchos países coincide con el 1 de abril.
En
Estados Unidos es el April Fools' Day (Día de las bromas de abril)
En
Francia es el Poisson d'avril (Pez o pescado de abril)
En
Italia es el Pesce d'aprile (Pez o pescado de abril)
Celebrándose
también en países como Polonia, Finlandia, Austria, Australia, Alemania,
Bélgica, Reino Unido, Portugal, Brasil, Canadá…
Fuere
como fuere y se llamare como se llamare, a todos nos gusta pasar un buen ratito
con las bromas de ese día, sobre todo cuando somos nosotros quien las hacemos y
no quien las recibimos, pero si así fuera, siempre hay que tomarlo con humor y alegría.
Valencia,
España y el mundo entero, somos sinónimo de cultura.
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