José Aledón El Ayuntamiento de Valencia, con
fecha 17 de febrero, ha desestimado la petición de la plataforma Canyamelar en
Marxa consistente en revertir oficialmente la denominación del barrio
Cabanyal-Canyamelar y la vuelta a ser
dos barrios con sus nombres históricos Cabanyal y Canyamelar.
El consistorio admite que la
actual denominación Cabanyal-Canyamelar se debe a un acuerdo del Pleno
Municipal del 22 de febrero de 1980 basado en un, entonces, nuevo Proyecto de
Redistribución Territorial del término municipal de la ciudad de Valencia y sus
pedanías.
Dicho proyecto fue elaborado por
unos partidos políticos extremadamente minoritarios en la ciudad de Valencia:
El Moviment Comunista del País Valencià – Organització d’Esquerra Comunista. A
pesar de su ínfimo peso en votos (no sacaron ningún concejal en las elecciones
municipales del 3 de abril de 1979) el MCPV-OEC influyó de tal manera en el
PSPV-PSOE que éste, habiendo ganado esas elecciones, acepto punto por punto su Proyecto de
Redistribución Territorial.
Hasta el citado Pleno Municipal
el Canyamelar y el Cabanyal eran dos barrios hermanos con identidad propia. A
partir de él y por la propuesta de MCPV-OEC (¿dónde están hoy esos partidos?) esos
dos barrios fueron fundidos en uno con el peculiar nombre Cabanyal-Canyamelar,
caso único entre todos los barrios de Valencia
Ya que el desestimar (después de
casi tres años de pensarlo…) la petición de Canyamelar en Marxa se basa solo en
“la falta de motivación [léase apoyo ciudadano] suficiente para llevarla a
cabo” (“No consta en la petició efectuada per l’interessat, que inclou
l’arreplega de signatures de 332 ciutadans, en una población de més de 20.000
habitants, motivació suficient per a dur a terme la sol.licitud indicada”) cabe
preguntarse ¿qué proporción había en 1979 entre los afiliados a MCPV-OEC y la
población con derecho a voto en la ciudad de Valencia y pedanías, compuesta por
707.915 personas? , ¿sería igual o mayor que la que hay entre esos 332 ciudadanos
que avalaron con sus firmas la petición
de identidad exclusiva del Canyamelar y del Cabanyal y los aproximadamente
10.000 (no 20.000) habitantes del Canyamelar, que es donde se obtuvieron dichas
firmas? y ¿cuál fue el apoyo cuantitativo del vecindario del Canyamelar y el
Cabanyal a esa fusión de dichos barrios en uno en 1980? Nunca lo sabremos.
Lo que valió en 1980 no vale en
2020, mostrándose así la incoherencia
del equipo de gobierno municipal. No se han dado razones de tipo
histórico, geográfico, económico o sociológico que avalen su negativa. Sólo una “falta de motivación suficiente”,
cabiendo preguntar ¿cuántas firmas necesita el Ayuntamiento de Valencia para tener
“motivación suficiente” la petición de Canyamelar en Marxa?
La esencia de esa petición consiste en la restitución de los nombres
históricos (una historia de siglos) del Canyamelar y el Cabanyal y la anulación
del híbrido Cabanyal-Canyamelar, nombre que avala legalmente que las señas de identidad del Canyamelar sean
también del Cabanyal. Eso significa la
antesala de la desaparición del topónimo Canyamelar del imaginario colectivo y a
eso nos oponemos los cañameleros y cañameleras conscientes de serlo, y no por
animadversión al Cabanyal y sus vecinos sino por constituir un atentado manifiesto
a un barrio en nada inferior a ningún otro de los que componen el
distrito Poblats Marítims de la ciudad de Valencia.
Es tal la indigencia argumental y
tan clara la parcialidad del Ayuntamiento de Valencia en este asunto que ni
siquiera utilizan en ciertos equipamientos y publicaciones el nombre oficial
del barrio: Cabanyal-Canyamelar sino exclusivamente Cabanyal como ocurre, por
ejemplo, con el Mercado Municipal y la Biblioteca de la Casa de la Reina,
ubicados ambos en el Canyamelar.
Esta decisión municipal
constituye un agravio y una afrenta al Canyamelar, no pudiéndose achacar a
ignorancia o a inercia administrativa sino a una contumaz voluntad de perpetrar
un lento y deliberado genocidio cultural pero, siendo así, también constituye
un acicate para la persistencia en la reivindicación. Nadie es vencido hasta
que se considera vencido y el Canyamelar no lo está.
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