Josep Catalunya. Victoriano
Guisasola y Menéndez nació
en Oviedo el 21 de marzo de 1852 y falleció en Toledo el 2 de
septiembre de 1920. Se ordenó sacerdote y obtuvo el título de
Licenciado en Derecho Civil y Canónico y el Doctorado en los
Sagrados Cánones.
Fue
caballero de la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden de Isabel la
Católica, Académico de la Real Academia de Ciencias Morales y
Políticas, Arcade Romano, Senador del Reino y miembro de la Real
Academia de la Historia.
Guisasola
y Menéndez fue nombrado obispo de Osma (Soria) en 1893, de Jaén en
1897 y de Madrid-Alcalá en 1901. A instancias del rey de España
Alfonso XIII, fue preconizado arzobispo de Valencia por el papa Pío
X el 10 de enero de 1905 y de Toledo el 13 de enero de 1014, siendo
nombrado cardenal por el citado pontífice el 25 de mayo del mismo
año. Llegó a ser también Patriarca de las Indias Occidentales y
Canciller Mayor de Castilla. En 1919 promovió en España el llamado
Grupo
de la Democracia Cristiana.
Fue
inhumado en la capilla del Seminario Diocesano de Toledo.
Guisasola
y Ménendez, como prelado, dio impulso a las obras sociales,
alentando el compromiso social de sacerdotes y seglares católicos.
En este punto son interesantes las palabras de Antonio
Manuel Moral Roncal,
profesor titular de Historia Moderna y Contemporánea en la
Universidad de Alcalá de Henares, en un breve artículo publicado en
la revista Historia
y Vida, al
referirse a este personaje histórico:
Fue
una figura relevante para su época, sobre todo porque se atrevió a
renovar el
catolicismo
social y la actuación de los creyentes en una sociedad que ardía en
deseos
de
modernización. En Valencia organizó la II semana social, impulsó
un sindicato
femenino
y apoyó la obra social que se realizaba desde la casa obrera de San
Vicente
Ferrer.
No solo había que asistir y formar espiritualmente a los obreros –
lo cual era
básico-
sino también mejorar sus condiciones de trabajo y vida.
Tal
vez los lectores se pregunten a qué se debe esta referencia a quien
fue arzobispo de Valencia, Victoriano Guisasola y Menéndez. Y a ello
nos vamos a referir a continuación.
El
día 4 de junio de 1910 tuvo lugar la visita pastoral del mencionado
prelado a la parroquia de Nuestra Señora de la Merced de Algar de
Palància. Como dato curioso, cabe decir que en esa fecha era
presidente del gobierno español el liberal José
Canalejas, el
cual fue asesinado el 12 de noviembre de 1912.
El
arzobispo, acompañado del capellán José Marco Colomina y del
Secretario de visita, Joaquín Belda Serra, llegó a la estación de
ferrocarril de Sagunt, donde le esperaba el arcipreste del distrito,
Juan Bta. Vidal Climent. De Sagunt, en tren, se trasladó a la
estación de Algar de Palància, en la que fue recibido por las
autoridades locales (curiosamente, en el acta de la visita, no se
cita al alcalde del municipio, Benito Gascó Gascó), por el párroco,
Miguel Martín Polo, por la Banda municipal de música, que
interpretó la Marcha Real, y, según el acta de la visita, por
numerosísimo público que aclamó entusiásticamente al arzobispo.
De la lectura del acta de la vista pastoral, se
desprende que los actos que tuvieron lugar durante la misma fueron
los habituales: llegada a la iglesia parroquial, con exhortación a
los feligreses en el cumplimiento de sus deberes como cristianos,
visita a las escuelas, revisión de los libros parroquiales, etc. Por
cierto, no pudo realizar su vista al cementerio a causa de la lluvia.
Pero lo que más nos ha llamado la atención han sido
las recomendaciones que el arzobispo hace al párroco de Algar, que
se contienen al final del acta de la visita, un total de diez, de las
que merece destacarse la décima, que reproducimos literalmente:
Últimamente recomendamos al mismo Señor Cura que,
sin faltar a su deber, guarde
armonía con las autoridades de la localidad y con
sus feligreses, lo cual les será
asequible, dando a todos buen ejemplo, cumpliendo
con exactitud sus deberes
eclesiásticos, absteniéndose de hablar y
mezclarse en cuestiones y partidos políticos,
no permitiéndose indiscreciones en el púlpito ni
tratando desde él asuntos personales
que ofenden o dividen, antes bien, predicar el
Santo Evangelio que da paz a las
almas y une, con los suaves vínculos de la
caridad, los corazones.
¡Qué
ejemplo de discreción, prudencia y sensatez, nos dió, en el año
1910, el arzobispo de Valencia, Victoriano Guisaola y Menéndez!
Quizá algún obispo y cardenal y algún sacerdote actual debería
seguir el ejemplo de tan ilustre prelado. Afortunadamente, creemos
que se trata de una minoría muy minoritaria. Perdón por el
pleonasmo.
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