Una persona comprueba las funciones de vídeo de un teléfono móvil. La Audiencia de Valencia ha condenado a seis meses de prisión, por un delito contra la intimidad en grado de tentativa, al cardiólogo de un hospital de València que colocó su móvil detrás de una rejilla del baño en el que se iba a duchar una compañera con intención de grabarla desnuda, aunque finalmente la mujer advirtió su intento y lo denunció a la Policía.
La sentencia condena al médico a "seis meses de prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, y a una multa de seis meses, a razón de veinte euros diarios, así como al abono de las costas procesales", pero no le inhabilita para el ejercicio de su profesión, como pedía el fiscal, quien había solicitado además una pena de tres años de cárcel.
Una condena como la que pedía el fiscal habría supuesto el ingreso en prisión del médico, cosa que no sucederá con el fallo adoptado por el tribunal, que suspenderá el cumplimiento de la pena de cárcel a menos que el reo vuelva a delinquir, según fuentes jurídicas.
El tribunal no le impone la inhabilitación para el ejercicio de la medicina porque considera que "el acusado, aunque fuera médico del hospital público y tiene la condición de funcionario, no cometió los hechos en el ejercicio propio de sus funciones específicas".
En todo caso, el tribunal sí acepta en lo básico el relato de hechos de la acusación, y no presta credibilidad a la versión que ofreció el médico en la vista judicial. Así, considera probado que el reo, de 42 años, el 12 de mayo de 2019 estaba de guardia a la vez que otra compañera, con la que compartía unas "dependencias de su exclusivo uso, un aseo de reducidas dimensiones dotado de un lavabo, un inodoro y una ducha".
"Siendo algo más de las 00:30 horas de dicho día 12, el acusado preguntó a su compañera si iba a ducharse en dicho aseo y, cuando ésta se lo confirmó, le pidió entrar él previamente. Una vez en su interior, en el que permaneció unos quince minutos sin hacer uso perceptible de su equipamiento, instaló, con la finalidad de captar imágenes de quien usara la dependencia a continuación, un teléfono celular tras la rejilla -de 19x23'5 cm- que cierra un hueco de ventilación situado en la vertical del inodoro y orientado hacia abajo", continúa.
"Hecho esto, salió del aseo y conminó" a la denunciante, una joven médico en prácticas, "a que pasara e hiciera uso del mismo. Como esta última recelara de lo ocurrido por la actitud que observó en el acusado y por anteriores comentarios, examinó el interior del aseo, observando que dicha rejilla se hallaba, contra lo que era normal, abierta, y descubriendo tras ella y alumbrando con su propio teléfono el aparato ocultado por el acusado", sigue la sentencia.
"Una vez producido el descubrimiento, avisó a la jefa de guardia y ésta al personal de seguridad del hospital. En presencia de todos ellos, el acusado recuperó el aparato, reconoció que era suyo y pretendió quitar importancia a su acción diciendo que era una tontería", además de pedir perdón a la denunciante, añade la sentencia.
Pero la joven objeto de espionaje, a quien el propio médico había confesado que era su "última noche", pues la joven iba a terminar sus prácticas, le denunció ante la Policía.
En el juicio el acusado reconoció que en la madrugada de autos colocó su teléfono móvil dentro de la rejilla del aseo, aunque explicó su conducta señalando que su intención era investigar una desaparición de objetos valiosos que había sufrido.
El tribunal, que no le cree, señala que "de las pruebas practicadas se desprende que no tenía otra finalidad que descubrir/captar la intimidad de los que usaran el baño aquella noche, y no parece que fuera casualidad que quien iba a usarlo fuera la denunciante".
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