Naranjos
Recogida Todos los pronósticos anunciaban para hoy una lluvia intensa; hasta la hora de escribir la presente las diecinueve horas y nueve minutos, han sido dieciséis litros de agua lo llovido desde que oímos caer esta madrugada las primeras gotas.
Hace días se vieron en algunos campos de caquis, los comerciantes recogiendo esta fruta que hace años irrumpió con fuerza en algunas parcelas de nuestros campos, indiscutiblemente el color, verdor, frondosidad y fruta producida, consiguen cambiar el típico color otoñal de la caída de la hoja de los árboles que visten la hoja caduca.
También estos días, se han visto muy transitados los caminos vecinales ante la demanda de naranja. La recolección ha comenzado con fuerza este pasado mes de octubre, y sigue los primeros días de noviembre, quizás haya una buena demanda ante las múltiples cualidades vitamínicas que adornan a la naranja: se dice que el consumo de las mismas es bueno para combatir el coronavirus, causa esta de que haya más consumo de cítricos, por la vitamina C que contienen.
Otras de las bondades de nuestro cítrico, es que la fibra confiere a la naranja propiedades digestivas y los flavonoides colaboran con las vitaminas, en el refuerzo del sistema inmunitario. Las naranjas son también ricas en tiamina y ácido fólico, dos vitaminas del grupo B esenciales para la salud del sistema nervioso. Es una ventaja poder consumir este producto del árbol a la mesa, las naranjas de Casinos, son dulces, gozando de buen aroma y tamaño, a la vez que nos proporcionan su alimento desde este mes de octubre hasta bien entrada la primavera.
Esperemos que la cosecha siga por el buen camino, el mercado sea óptimo para todos, donde agricultores y comerciantes, puedan satisfacer las necesidades de un mercado apetente que busca la calidad de estos productos.
Hoy como decía al principio, la lluvia nos acompañó de una forma saludable, la lluvia que cae con conocimiento siempre es bien recibida. A primera hora de la tarde he salido a dar una vuelta por el campo, y he podido comprobar de primera mano, el aroma de la tierra mojada, el olor que despide esa mezcla de aromas de los pinos, de los arbustos como el romero y tomillo que se confunden con el verde esmeralda que adorna al "llantiscle" y las bajas nubes que amenazaban con descargar la anunciada lluvia.
He llegado hasta "El salt", lugar histórico donde se partían las aguas de Casinos, y me he adentrado por el Camí del Calderón, hasta llegar casi al "Balconet", esas partidas junto a la Rambla de Artaj, no se riegan; las gomas del goteo quedaron un poco más abajo, pero he podido disfrutar de la frondosidad de los campos de almendros, a punto de perder la hoja, he podido contemplar viejos algarrobos que ven desfilar el paso del tiempo y de las personas por aquel camino de tierra que trascurre silencioso besando la Rambla de Artaj.
Se pueden ver los surcos que el agua a lo largo de los años, va haciendo entre las piedras buscando su cauce natural, para verter sus aguas en ese seco cauce; es un paseo ilustrante, decorado por una sinfonía de colores naturales, cubierto el cielo por grisáceas y blancas nubes, y llenando el entorno pequeñas gotas de lluvia que acompañan ese silencioso recorrido. Los traviesos conejos cruzan sin temor los caminos, conocen bien los escondites, y con suma prisa huyen del mundanal ruido. Una atrevida perdiz, que corretea junto a un ribazo, se para a saludarme, levanta la cabeza, me mira y cuando cojo la cámara de fotos para plasmar el momento, se esconde con descaro entre los matojos donde camufla su rojo pico. Pura ecología natural.
Al llegar al "Balconet", recuerdo uno de esos cuentos que oía en mi niñez. Allí, en esa partida se criaban buenas viñas para hacer uva de mesa, hasta allí en la década de los años cincuenta, acudían muchas jóvenes y mujeres a limpiar esa uva que se comercializaba en los mercados del momento. Más de hora y media andando, con la silla bajo el brazo, y el bolso de paseo, con las tijeras, el plato y los utensilios necesarios para que la mujer de Casinos, hiciera bien aquel trabajo dignificante.
¡Cuántos diálogos se pueden hacer en esos campos! Cuantas historias y recuerdos quedarían sepultados a la sombra de aquellos árboles... ¡Cuanta, porque no, felicidad y pasión, tenían aquellos días que la vida se compartía entre risas, trabajo y grandes esperanzas en un mundo mejor!
Casinos hoy da ese paseo, del secano al regadío, del árbol de hoja caduca, a la solemnidad de ese árbol que jamás pierde la hoja. La perennidad de la historia, la marca la naturaleza, y también hoy me han sorprendido, los verdes olivos, que muestran ya su fruta negra, esperando que en poco tiempo, el dorado aceite, marque el fin de un año, y el inicio de una nueva temporada.
Es el camino de la vida, es el camino de la naturaleza, es el respeto a la tierra que hemos tenido la fortuna de conocer y amar.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia