Greta Thunberg. EPDA En diciembre se ha celebrado en Madrid la
cumbre mundial por el cambio climático (CC). El gobierno español había
pasado el cepillo a los empresarios del Ibex 35 ya que no había
presupuesto para el evento. Mal comienzo; las cinco empresas
españolas más contaminantes están en el Ibex.
Pero este puede ser un hecho
anecdótico; me preocupa más el protagonismo que le han dado a Greta
Thunberg.
Debido al auge de las redes sociales,
no se busca la verdad sino el impacto de la noticia y el beneficio
que pueda generar para un determinado colectivo. En una tertulia
radiofónica mañanera, el problema de la cumbre del clima era si
llegaba a tiempo Thunberg o no, y qué sistema de locomoción usaría
para ir de La Coruña a Madrid. Obviamente la gravedad o no del CC,
quedaba en segundo lugar para los sesudos contertulios.
Por la información disponible, parece
ser que el cambio climático es una realidad; no tan grave como
indican algunos ni tan rápido, pero me asalta la duda si el CC es
debido al advenimiento de un período inter glacial o debido a la
influencia humana o bien ambas cosas.
Todos y especialmente las ONG’s que
viven de subvenciones, alertan e incluso generan una alarma sobre el
advenimiento de las siete plagas de Egipto por el cambio climático,
pero ocurre algo curioso y es que las fechas de lo que dicen va a
ocurrir, las van prorrogando. En un trabajo que realicé en 1991
sobre el uso de aguas residuales en agricultura, hice una exhaustiva
revisión bibliográfica acerca de la cantidad total de agua en el
planeta y algunos autores preveían para 2000 un aumento de 3º C en
la temperatura media de la atmósfera e incluso hablaban de un estado
calamitoso en el Mediterráneo para 2020. Ambas cosas no han ocurrido
y ahora se pone el límite en 2050/2100.
Una sociedad maleable es una sociedad
asustada y en los 70 se acuñó: “Nuclear?, no gracias”;
posteriormente fue el agujero de ozono y se cambiaron millones de
metros cúbicos de gases del tipo Clorofluorocarbonos, más tarde fue
la peste aviar y se invirtieron millones de euros en vacunas que se
demostró no servían para nada, luego las vacas locas. Incluso
Villalobos, Ministra de Sanidad, nos exhortaba a comer cerdo en lugar
de ternera; después el efecto 2000 que preveía que los ordenadores
y ascensores se iban a colapsar, instantes después la transición al
euro, luego las vacunas contra la gripe que, en ocasiones, no sirven
para nada salvo para engrosar los bolsillos de políticos corruptos
como fue el caso andaluz que le facturaban diez millones de vacunas y
entregaban ocho, la diferencia en el precio nadie sabe donde fue.
La lucha contra el cambio climático
tal y como se plantea me genera vergüenza. Nadie está dispuesto a
renunciar al coche, nadie está dispuesto a renunciar al aire
acondicionado en verano y calefacción en invierno. El turismo está
desbordando las ciudades pero nadie quiere privarse de un crucero por
el Mediterráneo al precio de 549 euros; prácticamente todas las
capitales europeas están desbordadas de turistas y la presión
turística sobre la ribera norte del Mediterráneo es terrible, con
el consiguiente consumo de agua y generación de residuos. Nadie
quiere dejar su teléfono móvil aunque esté construido con ColTan;
el uso de vaqueros y sudaderas está desbocado a pesar de la cantidad
de agua que necesitan, y los agricultores en cuanto detectan el piojo
de “San José”, el pulgón o la “Botrytis”, acuden a los
pesticidas.
Y es que, querido lector, el segundo
principio de la Termodinámica es lo suficientemente claro y de
obligado cumplimiento por parte de la naturaleza: Cualquier
actuación, genera un consumo de energía y para producir esa energía
es necesario aumentar la entropía y generar residuos contaminantes.
Desde encender una bombilla, a trasladarnos de ciudad, tirar de la
cadena del inodoro o poner en marcha la calefacción o el aire
acondicionado se consume energía. ¿Por qué no buscamos otras
fuentes energéticas que no contaminen?. A principios de siglo se
buscaron en forma de molinillos y placas solares, pero ya vimos que
manta de corrupción las tapaba.
Juan Navarro Balsalobre es doctor en Ciencias
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