El cardenal Cañizares.
“Parece que existan fuerzas empeñadas en romper o
desgarrar esa unidad, y en no valorarla y respetarla en lo que es y la
identifica en los siglos de su rica historia, en sus orígenes o su devenir,
como proyecto de vida en común”. Es una de las frases de la Carta Semanal del cardenal y arzobispo de Valencia Cañizares.
“De hecho o pretendidamente, consciente o
inconscientemente, se está intentando
construir, en vano, una España laica, laicista. Ahí tenemos, como botón de
muestra, el proyecto de educación que se quiere imponer por ley a todos:
escuela única, pública, neutra y laica, laicista más bien y controlada, ¿dónde
vamos? ,¿dónde se conduce a España?”, escribe el cardenal Cañizares, arzobispo
de Valencia, en su Carta Semanal del próximo domingo 7 de junio, que titula
“Sufrimientos, Esperanza y Caminos de España.
Si se hiciera un estudio analítico de todos los
escritos y homilías que ha realizado a lo largo de su vida pastoral se
observaría que con mucha frecuencia el concepto España sale de sus labios y
corazón. Es una constante el amor a la patria, a la casa común, española en el
cardenal Cañizares, que en esta ocasión ha acaparado por completo su Carta
Semanal, de manera monográfica, dedicada a España.
“España también
sufre, más de lo que algunos piensan o lo que reflejan las encuestas o tal vez
transmitan medios de comunicación dirigidos, porque querría ser ella misma, con su identidad propia fiel a sus raíces, en
su unidad de la diversidad que le caracteriza, y no le dejan, parece que existan fuerzas empeñadas en
romper o desgarrar esa unidad, y en no valorarla y respetarla en lo que es y la
identifica en los siglos de su rica historia, en sus orígenes o su devenir,
como proyecto de vida en común. En la historia en su verdad no distorsionada,
porque eso integra y une y no excluye a nadie. Apartarse de la unidad que
somos o debilitarla, ha acarreado –lo podemos comprobar en la historia de los
siglos- división, enfrentamiento,
rupturas y debilidad”, afirma el prelado.
Cañizares recuerda la época de la transición de la
dictadura a la democracia a cuyos
actores “nunca agradeceremos bastante su
ejemplo y legado, su pasión y tesón, quisieron por encima de todo salvar a
España, salvarla de desgarros y enfrentamientos, reconstruirla, no destruirla,
unirla de nuevo sólidamente, no artificiosamente, retejerla, en verdadera
convivencia y entendimiento entre todos, buscar caminos de reconciliación y
unidad para curar y sanar heridas, y así volver a un proyecto común de todos
los españoles”.
“Contemplar hoy España, en sus orígenes y en su
devenir ayuda a comprenderla, amarla en su decurso histórico y en su presente:
todo lo que fue su proyección europea, lo que constituyó la larga etapa de la
Reconquista, verdadera reconstrucción, o la unidad de los Reyes católicos y su
proyección al Nuevo Mundo de la América impulsada por ellos, incluso toda la
etapa moderna y contemporánea, sus creaciones y aportaciones en el campo del
pensamiento, del arte, de la cultura, de
la atención a los pobres y marginados, de la familia, de la educación, o sus
grandes figuras universales”, explica el cardenal.
Para el prelado “se está extendiendo aún más una
cultura secularizada y secularizadora;
por circunstancias que tanto están haciendo sufrir a España y a todo el
mundo, esa España con sus raíces está
siendo debilitada, de hecho, por la eliminación casi completa de su
religiosidad o piedad popular, sus manifestaciones de fe como en la Semana Santa, o el Corpus, o el Rocío,
o la Virgen de los Desamparados, o tantas otras...”
Señala Cañizares que “incluso los esfuerzos generosos y loables, necesarios, por parte de la Iglesia
de sus celebraciones a las que se llega telemáticamente, pueden estar
convirtiendo a la Iglesia en una Iglesia virtual, conformando también una
mentalidad virtual, no de comunidad cristiana, encarnada en el mundo,
fermento y signo de una humanidad nueva que se mantiene de lo más santo, que es
la Palabra de Dios y la Eucaristía y se expresa por el amor, y hasta este amor
puede ser reconvertido y desfigurado por la reducción de la Iglesia a una gran
ONG en el fondo mundanizada”.
Expresa el cardenal que su “ánimo y deseo no es otro, como el de la Iglesia en la transición
que ir encontrando poco a poco el ordenamiento justo para que todos podamos
vivir de acuerdo con nuestras convicciones, sin que nadie pueda imponer a
nadie sus puntos de vista por procedimientos desleales e injustos, y se crezca
en concordia y convivencia justa. No
estoy pidiendo otra cosa para no hacer sufrir más a España que respeto a su
identidad y libertad a la Iglesia para ser ella misma y anunciar, por los
medios ordinarios, sin privilegios ni discriminaciones de ninguna clase, el
mensaje de Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, puerta de salvación y de
esperanza”.
Al concluir, Cañizares dice: “Pido y exijo –dice el cardenal arzobispo de Valencia- respeto a la libertad religiosa, garantía de
verdadera democracia y estímulo para el crecimiento espiritual de las personas
y progreso cultural de la sociedad… Ayudemos a España a ser España, propiciemos
la dignidad de los derechos y libertades fundamentales. Amemos a España y no la
hagamos sufrir más con nuevas heridas, desgarros y rupturas, superando aquellos
comportamientos que pueden o están humillándola. Hay dos palabras
valencianas que lo resumen todo: avant, amunt, ¡adelante y arriba!.”
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