Imagen cedida por el Institut Cavanilles. / EPDA Nueve ejemplares de tortuga boba (Caretta caretta) nacidos hace un año en la playa de Poniente de Benidorm han sido devueltos este jueves al mar, tras haber permanecido doce meses en las instalaciones de L’Oceanogràfic dentro de un programa para aumentar sus probabilidades de supervivencia.
La suelta, organizada por el ayuntamiento de Benidorm con motivo del Día Mundial del Turismo, ha contado con la participación de escolares de tres centros educativos, así como de vecinos, turistas y representantes institucionales y de entidades ambientales.
El alcalde benidormí, el popular Toni Pérez, ha recordado que “las tortugas eligen para desovar playas con aguas limpias y arena saludable” y ha destacado que, por segundo año consecutivo, Benidorm ha sido escogida para anidar por esta especie protegida.
En agosto de 2024, una hembra depositó 27 huevos en la zona de Poniente, mientras que este verano se ha registrado una nueva puesta en la playa de Levante.
Los huevos fueron recuperados por personal del Institut Cavanilles de Biodiversitat i Biologia Evolutiva de la Universitat de València y de L’Oceanogràfic, donde se incubaron y, posteriormente, nacieron las crías ahora devueltas al mar.
La suelta se ha realizado en la misma playa donde nacieron, siguiendo el principio de la filopatría, comportamiento por el cual las hembras adultas regresan a la zona donde nacieron para desovar décadas después, según ha explicado la Fundación Oceanogràfic.
Las crías han formado parte del programa ‘head starting’, una estrategia de conservación que permite que las tortugas crezcan en un entorno controlado durante su primer año de vida, etapa crítica en la que su vulnerabilidad es alta, todo ello con el fin de mejorar su adaptación al medio marino.
En lo que va de 2025, el litoral valenciano ha registrado doce nidos de tortuga boba, la cifra más alta hasta la fecha, y Alicante concentra la mayor parte, con siete anidaciones localizadas en Dénia, Elche, Benidorm y El Campello.
La tortuga boba está catalogada como especie vulnerable en la Lista Roja internacional de la UICN y su conservación es prioritaria ante amenazas como la pérdida de playas, la contaminación, las capturas accidentales o el cambio climático.
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