Susana Gisbert Por fin. Parece que ahora sí que sí, que el virus nos da un descanso, aunque el puñetero volcán siga amargándonos la vida. Las restricciones ceden y, si no llega un susto nuevo, podemos ir recuperando nuestras vidas o, al menos, algo parecido a lo que fueron.
Se nos quedan por el camino muchas personas, mucho sufrimiento y mucha crisis, pero la famosa luz al final del túnel empieza a asomar. Aleluya.
Ya prácticamente solo quedan las mascarillas, ese pedazo de tela en nuestras caras que nos recuerda que hemos de seguir siendo prudentes, que ya hemos tenido suficiente. Pero, después de todo lo que hemos pasado, eso no es nada.
Quizás sea momento de reflexionar, de recordar qué cosas nos parecían imprescindibles y no lo eran tanto, y qué otras dábamos por supuestas y no lo eran en absoluto. Y, aunque parezca una frase hecha, quedarnos con lo bueno y pasar página de todo lo malo, que no ha sido poco. No hay lección más efectiva que la que se padece en el propio cuerpo.
Hay quien ha aprendido a cocinar, a hacer manualidades y hasta a perder el miedo a una tecnología que se le resistía. Me sigue haciendo gracia ver a personas mayores haciendo videollamadas o manejando tabletas u ordenadores como si siempre lo hubieran hecho cuando antes renegaban de ello. Como dice el refrán, no hay mal que por bien no venga.
Por fin volveremos a abrazarnos, y a valorar esos abrazos que antes desdeñábamos. También me hace gracia ver a adolescentes, que antes se escabullían de besos y abrazos de sus mayores, achucharles como si no hubiera un mañana. Porque, como dice otro refrán, no hay mal que cien años dure.
Hace tiempo que nos dimos cuenta, por desgracia, que eso de que saldríamos mejores no era tan evidente como parecía. Porque lo que hemos sufrido es una pandemia, no un milagro. Las personas no se vuelven mejores porque un bicho microscópico les cambie la vida, sino porque tengan voluntad de ser realmente mejores. El virus nos ha dado la oportunidad, pero en nuestra mano esta aprovecharla o dejarla pasar.
Si alguien nos hubiera dicho hace tiempo que íbamos a vernos en algo así, le hubiéramos mirado como si le hubieran salido dos cuernos verdes en la frente, sin duda, La verdad es que todavía tengo una sensación de irrealidad cuando recuerdo el momento en que todo empezó. Pero ahora por fin podemos decir que nos encontramos en el principio del fin.
Ojala seamos capaces de ser realmente mejores. Todavía estamos a tiempo.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia