Vicent Climent. EPDA Hoy (*) he visto en las noticias hombres cayendo desde lo alto. Como en las Torres Gemelas, pero veinte años después y desde aviones. ¿La causa?, la misma: el extremismo intolerante y en trance de ser tolerado de los fanáticos con sede en Asia.
A Afganistán fuimos por orden de ZP. Nos sacó de Iraq y nos metió en Afganistán. Y de Afganistán sale ominosamente todo Occidente por orden del ‘líder del mundo libre’, que es Biden, que ya no es Trump. Nos vamos del erial sin haber hecho nada (*) -excepto negocio- por los pobres afganos que se creyeron que por fin iban a ser libres. Cuando el santuario en que ahora podrá volver a convertirse su país se nos haga insoportable, como en 2001, ¿algún paisano querrá traducirle algo a algún occidental?
Nos vamos de Afganistán dejando a sus mujeres bien tapadas, y con la risa, la música y el estudio estrictamente prohibidos, salvo diáfana adaptación a la ley religiosa imperante. Y a sus nuevos pero antiguos dirigentes bien armados. ¡Bien por la CIA y demás servicios de inteligencia, que pronosticaron seis meses de resistencia oficial a la Edad Media que ha vuelto a alcanzar a los que no han podido subir a tiempo a un avión! O que se han caído de otros.
(*) Hace unos días.
(**) Eximo a los servidores públicos.
Occidente sigue pensando que se puede fiar de pactos alcanzables con los que piensan ejecutando premisas inmutables. Ellos sólo negocian nuestra rendición. Saben, como los independentistas, que el que aguanta gana.
España, aunque luego hizo todo lo que pudo, mandó aviones para repatriar cuando el aeropuerto de Kabul ya no era seguro. Y mandó a hacer el papelón de decir lo contrario a lo que decía el resto del mundo al ministro Marlaska porque los demás estaban de vacaciones.
Y que, por ejemplo, Irene Montero no se molestara en poner un tuit cuando tocaba es para tomar nota. Hoy he visto hombres cayendo desde lo alto. Hombres, sí. Porque a las mujeres ya ni se les ve por allí.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia