Fernando Chiva El estival agosto, mes vacacional por excelencia, con el cambio de rutinas y el asueto que en el mejor de los casos conlleva, es un tiempo propicio para la reflexión y para el detenimiento que requiere la observación del entorno. El verano siempre ha sido momento de alumbramiento de grandes proyectos para la gente inquieta, de inspiración para el poeta y el escritor, o de cambio para los insatisfechos.
En el verano de la pandemia, un servidor desea invitar a la sociedad valenciana a dedicar algunos de sus pensamientos y reflexiones durante estas semanas hasta la rentrée de septiembre a temas concernientes a la colectividad de la sociedad valenciana, a nuestra situación y a nuestro futuro.
- a los problemas de los agricultores valencianos, que ven cómo sus productos se ven agraviados comparativamente por una política agraria europea que beneficia a productores extracomunitarios que producen a costes más bajos y con estándares fitosanitarios más laxos o inexistentes.
- a los pueblos del interior que se van vaciando a causa de la cada vez más difícil viabilidad de las actividades agropecuarias, en pro de zonas más próximas a la costa y de los sectores secundario y terciario.
- al miedo y la desprotección del personal sanitario frente a un virus que nos está transformando el modus vivendi y los hábitos sociales, y con mucha seguridad dichas transformaciones es posible que se consoliden en nuestras vidas: teletrabajo, contacto social, ocio... dentro de una sanidad en la que las listas de espera para operarse se ven dilatadas, o los servicios primarios y especialidades se ven saturados, por una gestión de recursos clientelar y sectaria.
- a la incertidumbre de trabajadores, empresarios y autónomos, que no saben qué pasará a partir de septiembre con sus empresas, puestos de trabajo y negocios, y que se ven desasistidos y perjudicados por un gobierno más preocupado en alimentar causas generadoras de confrontación social que en resolver los problemas reales de los ciudadanos, aliviar su presión fiscal y permitirles generar empleo y riqueza.
- al problema de la inmersión lingüística en catalán y del adoctrinamiento pancatalanista que sufren nuestros escolares y jóvenes en el sistema formativo valenciano, agravado por la cercenación de libertad de elección de las familias de centro y de tipo de educación que quieren para sus hijos.
- al constante agravio comparativo al que los sucesivos gobiernos nacionales condicionados por sus draconianos acuerdos con nacionalistas catalanes y vascos someten a nuestra comunidad autónoma (y a las demás), provocando no sólo infrafinanciación, sino la discriminación en materia de infraestructuras y la elección de otros destinos para proyectos de inversión públicos y privados.
- al sucursalismo y a la sumisión de nuestros actuales gobernantes autonómicos a intereses ajenos a los mayoritarios de la sociedad valenciana, y a la utilización servil y clientelar que hacen de los presupuestos públicos y las instituciones; y a la nula respuesta por parte de los mismos a las injerencias políticas que sufrimos.
- a la degradación de los espacios naturales valencianos, y al abandono de su cuidado y recuperación por parte de los actuales poderes públicos.
- a la pérdida de servicios comunitarios por parte del sector de la discapacidad y enfermos crónicos, y a la irrelevancia institucional de las personas con necesidades especiales en el ámbito educativo.
- a las rivalidades interprovinciales, la despersonalización y la desintegración de la unidad territorial, cultural e identitaria valencianas, que nos debilita y nos diluye como colectividad a lo largo de la historia.
Reflexionar sobre estos problemas -y algunos otros que seguro me he dejado en el tintero-, especialmente para aquellos a los que nos corre la valencianidad por las venas y el gusanillo de la política regional por el estómago, compartirlas con familiares y amigos, poner sobre la palestra cuestiones verdaderamente importantes para la mayoría de la ciudadanía valenciana, será sin duda un ejercicio intelectual que nos llevará a conclusiones interesantes, y a proponer soluciones diferentes a los problemas de siempre, esos que nadie soluciona desde hace décadas.
Tenga por seguro el lector que estaré encantado de compartir mis reflexiones y conclusiones concretas en este medio, o incluso si así me lo requieren a través de mi perfil de Twitter (@ferran). Tal vez entre todos aprendamos a vertebrar la manera de conseguir ese cambio que sólo llegará con esperanza, determinación, lealtad, imaginación, generosidad, valencianía y esfuerzo.
"Cuando dejas de hacer una contribución es cuando empiezas a morir", Eleanor Roosevelt.
¡Buenas vacaciones a todos! ¡Bones vacacions a tot lo món!
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