El Elche maquilló con un digno final de la competición una temporada desastrosa a nivel deportivo y en la que pulverizó varios registros negativos de la entidad en un año significativo como el de su centenario.
El conjunto ilicitano, colista crónico de la competición, tardó 20 partidos en sumar su primer triunfo, 24 en dejar su portería a cero, encadenó seis derrotas consecutivas por primera vez en su historia y utilizó hasta seis entrenadores, dos de ellos interinos, para evitar un desenlace que quedó prácticamente escrito en los dos primeros dos meses del campeonato, en los que el Elche sumó un punto de 21 posibles.
Sólo la buena racha final, con 12 puntos de los últimos 18 posibles, lograda a las órdenes de Sebastián Beccacece ha logrado mutar el estado de ánimo de la afición ilicitana, que por lo menos ha podido ver a su equipo despedirse con dignidad de Primera y protagonizando victorias de prestigio, como las logradas ante el Atlético de Madrid (1-0) o Athletic Club (0-1).
El tercer proyecto del Elche en Primera comenzó a torcerse en la pretemporada, en la que el club, dirigido por el empresario argentino Christian Bragarnik, falló en la planificación.
La entidad apostó todo por mantener el bloque del pasado curso, como Javier Pastore, Pere Milla o Mascarell y no priorizó un salto de calidad con los refuerzos. Los fichajes, a excepción de Carlos Clerc, no se ganaron un puesto en el equipo ni mejoraron el nivel de la plantilla. Nico Fernández, Lirola, Roger Martí, Domingos Quina, Fede Fernández, Pape Cheikh o Álex Collado han tenido escasa o nula presencia en las alineaciones.
El club tampoco acertó en los relevos para el banquillo. Recuperó a Jorge Almirón, destituido dos años antes tras sumar 16 partidos sin ganar, para intentar reflotar el equipo. El argentino volvió a salir por la puerta de atrás cinco partidos después sin haber vencido y con un bagaje de sólo dos empates.
El equipo, que llegó al parón por el Mundial hundido y a nueve puntos de la permanencia, se encomendó a Pablo Machín, tercer entrenador de la temporada, y el mercado de invierno para buscar el milagro.
Finalmente, el Elche cambió cromos en el mercado y los refuerzos, aunque mejoraron el nivel, sobre todo Nteka y Carmona, tampoco fueron suficientes para revitalizar al equipo.
El técnico soriano tampoco fue el revulsivo esperado y aunque el equipo mejoró, sumando sus primeras dos victorias, nunca dio sensación de poder entrar en la pelea por la permanencia. Perdió o no ganó todos los duelos ante rivales directos y eso le mantuvo siempre alejado numéricamente y moralmente de la salvación.
Con todo ya perdido, Bragarnik pegó el último bandazo con la contratación de Sebastián Beccacece, un entrenador de su confianza y al que ya quiso fichar en octubre, pero en aquel momento no fue posible por problemas burocráticos.
El argentino llegó al banquillo asumiendo el descenso y con el mensaje claro de comenzar a preparar el equipo del próximo curso en Segunda División. Su inicio fue terrorífico, con cinco derrotas seguidas, la peor racha de siempre de un entrenador fichado como revulsivo.
Pero poco a poco el equipo, ya sin mirar de reojo la clasificación, fue mejorando. La liberación definitiva llegó tras consumarse el descenso en los primeros días de mayo. A partir de ese momento el Elche tiró de orgullo y por fin se pudo ver la mejor versión de futbolistas que hasta ese momento no habían brillado, como Clerc, Bigas, Tete Morente o Lucas Boyé.
El Elche se despidió de Primera compitiendo como nunca antes lo había hecho y plantando cara a rivales importantes que sí tenían la necesidad de los puntos. La forma de decir adiós ha permitido, por lo menos, dar algo de esperanza a la afición para el futuro y ha maquillado nueve meses calamitosos en los que el equipo nunca estuvo a la altura de la competición.