Reconstrucción de los hechos.EFE
Un dispositivo de varias decenas de agentes participó en esta necesaria diligencia judicial ordenada por el juez instructor del caso, Manrique Tejada, titular del juzgado de Instrucción número 5, en un solar frente al mar usado de estacionamiento del barrio de la Albufereta y en torno al cual se desplegó un aparatoso cordón de la PolicÃa Nacional.
Tras consulta al Observatorio Astronómico Nacional del Instituto Geográfico y a la Agencia Española de MeteorologÃa, Conchi, de 45 años, y el coautor del crimen, su supuesto cuidador Francisco P.O., de 58, ambos de Onil (Alicante), estuvieron en el lugar donde murió su marido, con una visibilidad de la luna del 73,75 por ciento.
Conchi y Francisco tuvieron que referirse a lo ocurrido aquella noche del 20 de agosto de 2018 cuando todo indica que usaron un destornillador para acabar con la vida de José Luis Alonso, de 69 años y que, aunque natural de Santander, vivÃa en Guardamar del Segura.
Éste último habÃa contraÃdo matrimonio con la arrestada 15 dÃas antes, aunque no convivÃan, y quedaron esa noche en la Albufereta donde mantuvieron una acalorada discusión que concluyó con los gritos de la vÃctima -reproducidos hoy- y los impactos con el destornillador, que resultaron mortales.
Pero una agente de la PolicÃa Nacional de paisano que hacÃa 'running' con un amigo y que acababa de parar en un mirador cercano para atarse la zapatilla, oyó las voces y agudizó la vista para descubrir lo que ocurrÃa.
De 59 años, esta policÃa no dudó en descender a la carrera mientras su amigo mantenÃa la vista en el suceso, y logró retener a Conchi y su supuesto cuidador hasta que llegaron sus compañeros uniformados.
Esta escena ha sido recreada ante decenas de cámaras y periodistas en una noche algo nublada y ventosa durante 35 minutos.
En contra de lo visto por la agente y su acompañante, Conchi M.V. adujo en un primer momento que padecÃa una tetraplejia que le obligaba a moverse en silla de ruedas, y en su pase a disposición judicial a las 72 horas incluso obligó a los agentes a llevarla en volandas desde el coche policial a los calabozos del juzgado, aunque poco después comenzó a andar sin mayor problema.
En la reconstrucción de ayer, la detenida parecÃa haber dejado atrás sus problemas fÃsicos y caminó sin aparente problema junto a su cooperador en el crimen, siempre vigilada por los policÃas.
La investigación apunta a que el móvil del crimen pudo ser un matrimonio de conveniencia entre Conchi y la vÃctima para tratar de encubrir su supuesta invalidez de cuello hacia abajo por un hipotético accidente.
Durante las pesquisas, personas del entorno del malogrado matrimonio desvelaron que ella les habÃa confesado que estaba pendiente de recibir una indemnización de unos 200.000 euros por ese siniestro y que aspiraba a una pensión vitalicia por ese tipo de invalidez.
A eso se suma que varios testigos, incluida la policÃa fuera de servicio, la vieron sujetando con fuerza a la vÃctima mortal mientras su cuidador propinaba las puñaladas en la cabeza, cuello y pecho en el aparcamiento del barrio de la Albufereta.
También constan testimonios sobre que el dÃa de su boda fumaba por sus propios medios y que se levantaba de la silla de ruedas para meterse en el coche.
El cuidador parece ser que mantenÃa una relación sentimental con Conchi aunque no se casó con ella porque tiene una enfermedad terminal. De esta manera con el matrimonio de conveniencia, se pretendÃa evitar que la mujer tuviera que ingresar en un centro adecuado para la discapacidad una vez que su pareja falleciera.
